Saliendo de Ecuador, y a juzgar por el entorno natural, es difícil distinguir dónde empieza Colombia, las similitudes son inmensas, con grandes pastizales y zonas llenas de recursos naturales que se constituyen en base importante de la economía del país.
En cuanto a la planificación administrativa-territorial, puede fácilmente avizorarse un acentuado centralismo, que ha provocado el desarrollo de las zonas centrales, en detrimento de las periféricas con marcadas brechas de inequidad económica.
A lo largo de la historia contemporánea, el pueblo colombiano ha sido golpeado en muchos frentes. Por un lado, la presencia de grupos paramilitares, que muy bien podrían definirse como terroristas -no cabe duda de ello- con más de 725 secuestrados desde los 90 y miles de vidas segadas, en una guerra que se extiende indefinidamente.
Por otro lado, el narcotráfico que sigue en auge, con un perfil menos ruidoso y desde luego aupado por las cúpulas de los gobiernos de turno.
Todos estos factores han moldeado la personalidad y psiquis del pueblo colombiano. Gente alegre, bondadosa, cordial, pero bastante suspicaz y prevenida. Un pueblo en donde abunda la silicona, la arepa y la buena salsa.
Un pueblo hermano que, como el nuestro, trata de vencer a la pobreza, al desempleo y a la inseguridad, con gente aguerrida que sueña con mejores días.
Tito Javier Espinosa Vélez