La estratificación ha sido el paradigma de muchas sociedades, meta alcanzada por el nivel de satisfacción socioeconómica, impuesta por cada una de las familias que en ese lugar habitan. Pero algunos parajes siguen siendo pobres como mediocres, gracias a la pésima mimetización de sus pobladores en las diversas clases sociales.
El progreso de una sociedad tiene relativa importancia en el ascenso social; personas de altas capacidades, que no pueden relacionarse porque no tienen un apellido ‘noble’ o una ascendencia extranjera, se frustran o viajan a otros rincones donde los acogen con éxito.
El resultado es muy cierto, familias con mucha suerte, escogen por usted, dónde vivirá, trabajará e incluso dónde lo enterrarán. Si el centro del país quiere ser progresista debe recordar que no solo los ‘nobles’ tienen inteligencia superior o derecho a ser felices. (O)
Miguel Ángel Andrade Ortiz