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El Telégrafo

El levantamiento indígena

26 de agosto de 2015

Este mal llamado levantamiento indígena fue un total fracaso. Gozó de una alta cobertura mediática, tanto que hasta participaron en la marcha (que más era una caravana motorizada de aquellos que se oponen al petróleo y que dicen no necesitar de él). Pero careció de un verdadero apoyo de bases, de la gente que tiene sus uñas llenas de tierra porque trabaja dignamente y que, quieran admitirlo o no, es el motor de este Ecuador plurinacional.

No lograron imponer su agenda política de exigencias sin fundamentos, ni hacer eco de ella en la palestra de opinión ciudadana ni en la mesa del debate político. Ni siquiera en la prensa, incluyendo la tradicional, obsesionada con el capital y no con el deber de informar honestamente.

Sin embargo, con ayuda de esa prensa, la marcha logró un solo objetivo: victimización. Es una lástima, y esto lo digo con mucha conciencia y responsabilidad, que los nuevos dirigentes hayan recurrido a un estatus de ‘víctimas’ para sacar provecho político y alimentar los intereses personales que motivan a esta nueva generación de líderes. Parecía que esa visión colonialista se superó en los verdaderos levantamientos indígenas del 90 y del 92; ahí, por primera vez, propusieron, entre otras cosas, que Ecuador sea declarado un Estado Plurinacional y Multicultural. Ese movimiento indígena cambió al Ecuador; abrió nuevos debates en un país racista por excelencia.

En cambio, existe un fundamentalismo pachamamista de parte de estos nuevos líderes y de los eternamente activistas indigenistas extranjeros o nacionales. Ese fundamentalismo, que nació desde una verdadera condición de víctimas por la opresión de gobiernos anteriores, y que fue adoptada como parte de su ‘folclor’, les ha hecho perder su visión política e ideológica, digna de seguir, respetar y adoptar. Estuvieron tan cerca de empezar una verdadera reivindicación indígena. Ahora se ve a una dirigencia que le sigue el juego a la derecha compartiendo agendas políticas... ¡Vaya paradoja!

La violencia generada, los actuaciones de Quishpe, los dramas de Guartambel y todo el adefesio de las acciones de los dirigentes de la Sierra y Amazonía, son shows mediáticos para vendérselos a las ONG indigenistas (indigenismo: qué concepto para más grotesco y colonizador, ¿verdad?) en Europa o EE.UU. Rechazan trabajar con el Gobierno en nombre de su ancestralidad, pero aceptan la intervención de esas ONG. Eso es neocolonialismo.

Este fracaso le da al Gobierno un respiro para plantearse nuevas estrategias políticas; para corregir errores que visibilizan cierta inoperancia. Deben reestructurar el diálogo nacional. Cambiar la estética. Dejar de lado las conferencias magistrales; despojarse de los ropajes que separan a los políticos de la ciudadanía. Demostrar igualdad y equidad. Pero esas correcciones son urgentes; antes de que empiece la próxima arremetida que será, sin duda, aún más despiadada.


Akángau Viteri Tassi

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