No me olvido la imagen del señor Fernando Villavicencio entrando al Congreso Nacional para colocar al coronel Lucio Gutiérrez junto a Antonio Vargas, en el célebre levantamiento indígena que acabó con el gobierno de Jamil Mahuad. En muchos sectores sindicales y políticos se dijo que el puente entre el movimiento indígena y los militares (la mayoría de ellos ahora miembros de Sociedad Patriótica) fue ese supuesto sindicalista, que nadie supo cómo se movió en esos campos y qué habilidades le nacieron para juntar al ‘agua y el aceite’.
Desde entonces su trayectoria ha sido oscura, sospechosa, con una inusitada facilidad para colarse entre los grupos políticos y manejar documentos oficiales de todos los gobiernos. ¿No es extraño entonces que ahora se le ocurra pedir la intervención de EE.UU. en la política interna del Ecuador? ¿Hasta dónde llegan sus conexiones y contactos?
Los que le conocimos en las ‘andanzas’ sindicales y quien después vivió de ciertos negocios -donde perjudicó a sus amigos y socios- no podemos sorprendernos de que ahora haga tamaña declaración, como muchos, incluidos algunos izquierdistas que lo acompañan, de traición a la patria. ¿No fue así como hizo ciertos negocios y alianzas políticas, engatusó a los medios y periodistas de los cuales hablaba pestes y ahora lo tratan como mártir? ¿Ese señor es el mismo que se declara víctima, pero se olvidaba de sus víctimas, de las personas a las que tenía que pasar pensión y se ‘hacía el loco’ por muchos meses?
Lamento tener que hacer estas preguntas a la opinión pública porque la vida de este señor ha sido bastante cargada de extraños comportamientos que van desde un supuesto radicalismo de izquierda a ir a Washington con todas las facilidades, regresar al país del modo más cómodo cuando ya pesaba sobre él una orden de detención y después pasearse por todo el país mientras se declaraba víctima y perseguido. Y lo lamento porque la fama que se ha dado, gracias a la generosidad de los medios, impide ver el fondo de un personaje oscuro para la política del país, como oscura fue su actuación en la caída de Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad y de Lucio Gutiérrez. Ojalá esto no signifique que me busque y me amenace, como lo ha hecho con otras personas; sus allegados cuando le han cerrado las puertas y sus opositores a los que en privado insulta con ofensas, palabras injuriosas y epítetos impublicables.
Atentamente
Luis Soria