Publicidad
El hombre más poderoso del mundo es la afirmación con la que se refieren al presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. El actual presidente de USA nos ilusionó con la esperanza, ahora traicionada, de que el manejo de la política exterior de su representada iba a tener cambios en beneficio de la convivencia mundial y que respetaría todas las actividades relacionadas a mejorar los derechos humanos en todo el planeta. Incluyo en el concepto de derechos humanos los siguientes elementales aspectos sobre los cuales el gobierno estadounidense debe o debió trabajar: la morigeración de la extraordinaria cacería de brujas por lo del 11S, dejar de tolerar y hasta promover las torturas a prisioneros en manos de sus soldados, evitar el establecer embargos y sanciones a países por atreverse a optar por su soberanía, evitar el involucramiento, a través de agencias ‘agenciosas’ en las políticas de los estados soberanos, dejar de realizar infiltraciones corruptoras en los organismos gubernamentales de otros estados, no emitir veladas o explícitas autorizaciones gubernamentales estadounidenses para el espionaje inmoral a dignatarios de otros países, no auspiciar medidas aparentemente legales en contra de naciones y pueblos enteros, soslayar actitudes prepotentes que dignatarios estadounidenses utilizan en su afán de mantener los privilegios que el estatus de gendarme mundial le concede ilegítimamente y, por último, no asumir la potestad autoasignada de guerrear en cualquier parte del mundo cuando los intereses de sus corporaciones y corifeos lo demandan haciendo tabla rasa del marco legal de las Naciones Unidas y, sobre todo, de los derechos de millones de seres humanos cuyo único pecado es haber nacido en lugares geográficos en donde la voracidad ilimitada de sus corporaciones han desatado las correspondientes ambiciones.
Comparando lo dicho inicialmente por el presidente de los Estados Unidos con sus dichos actuales y sus actuaciones, no me cabe sino pensar que no es el hombre más poderoso del mundo, que tras él existe el verdadero poder incognito y basado en la lógica del dinero, que los habitantes de este planeta, incluidos los de los Estados Unidos, no somos más que una mercancía disponible en el globalizado mundo de los negocios que son, por otra parte, los que rigen el planeta. ¿Habrá, en algún resquicio del convivir humano una pequeña luz que nos dé la fe en un futuro menos brutal?
Kléver Medina Alvarado
c.c. 1702935360