En países centroamericanos hay pandillas de 20.000 a 50.000 integrantes, que controlan mediante extorsión a pequeñas, medianas y grandes empresas, comercios, etc. Estas bandas se disputan el control de zonas de operación. Sus miembros solo responden al llamado de su pandilla, que les garantiza sustento y protección, libres y en presidio. Poco les importa la vida, ya que desde niños soportaron postergación social, hambre y miseria. ¿Pero cómo llegaron a eso? Sencillo: la desocupación es la madre de todas las aberraciones.
El Gobierno debe tomar medidas económicas a favor del pueblo. Es numerosa la población de adolescentes, hijos de padres que migraron desde los campos por un futuro mejor. Esos jóvenes necesitan trabajo para no caer en las garras de las bandas. (O)
César Antonio Jijón Sánchez