Grafitear es una libre expresión de ideas, pensamientos y sentimientos, de ello no hay dudas. Muchos municipios establecieron ordenanzas que restringen la legalidad de esta forma de expresar convirtiéndola en contravención y en algunos casos en delito criminal, como Quito, que se despertó el lunes con la noticia de que uno de los trenes del Metro de la ciudad había sido grafiteada, “vandalizada”.
Debemos decir que hay lugares establecidos para grafitis y también otros donde es prohibido. Edificios patrimoniales, lugares históricos, sedes gubernamentales, etcétera, deben ser respetados y no grafiteados. ¿Pero se debe perseguir y detener a alguien por hacer arte? No. Todo tiene un límite y la clave es el equilibrio en las decisiones y castigos. Quienes grafiteen lugares donde esté prohibido hacerlo deben ser
regañados, pero no apresados. (O)
Pablo Daniel Virgili Benítez