A propósito de la red de corrupción, descubierta y reprimida por el propio Gobierno en Petroecuador, y que la oposición corrupta, a través de sus corifeos parlantes, los medios de comunicación, se ha encargado de magnificar in extremis con manifiestos fines electoreros, debería dejar en claro, tanto para el presidente Correa, en sus últimos días de mandato, como para los candidatos del movimiento PAIS, a terciar en las próximas elecciones, de la presencia del enemigo interno dentro del Gobierno, que permanentemente ha conspirado y en alguna forma ha opacado la innegable exitosa gestión de la Revolución Ciudadana, en lo que bien podría ser una década de la mejor gestión gubernamental de todos los tiempos.
Ante esta realidad irrefutable, nada más incoherente, aquello que la oposición falaz quiere posicionar en el pensamiento ciudadano, el cuento de que este ha sido uno de los gobiernos más corruptos de la historia; como también sería estúpido pensar que, con el advenimiento del actual gobierno en 2007, todos sus actores estaban impregnados con el aura de la pulcritud y la honradez. Nada más falso, en un país que, en 2006, Transparencia Internacional lo posicionaba entre los más corruptos del mundo (puesto 139 de entre 164), más por obra y gracia del accionar delictivo de los gobiernos precedentes, cuyos actores y protagonistas directos, con renovados bríos, hoy pretenden retornar.
Por fortuna para la gran mayoría de ecuatorianos, si hemos transitado ya por casi una década de estabilidad democrática, se debe fundamentalmente al rescate de las instituciones de la función pública de las garras de la corrupción, porque los recursos públicos, antaño saqueados por los pillos de cuello blanco, hoy se los ve, de manera palpable y latente, transformados en la gigantesca obra física en educación, salud, vivienda, seguridad social y ciudadana, infraestructura vial, soberanía energética, etc.; realidad que se hizo posible precisamente, por la honestidad, moral y ética, intachables del actual Presidente, a la par de sus vicepresidentes y de los muchos, muchísimos colaboradores que lo han acompañado en todos los ámbitos de la gestión política y gubernamental. Por supuesto, como nada es perfecto, nunca faltan aquellos traidores como los involucrados en la red de corrupción de Petroecuador y que encarnan al enemigo interno que, o hábilmente se coló o ya venía haciendo carrera dentro de la burocracia corrupta.
De allí el interrogante de cuántas manzanas podridas seguiría haciendo de las suyas con el camuflaje de la Revolución Ciudadana, y que superviven ante la inoperancia manifiesta de las autoridades de control, caso Contraloría. De cualquier modo, y en aras de contribuir con la depuración de los enemigos internos enquistados en el actual Gobierno, recomiendo a los opositores, afanosos como están por combatir la corrupción, escarbar: una, en ciertas empresas del sector eléctrico, como Electroguayas, y otra, en el proceso de intervención de la Universidad de Guayaquil, que a todas luces evidencia ser un rotundo fracaso. Por último, por sanidad moral, en las próximas elecciones, todos a votar a favor del pacto ético propuesto por el Presidente para neutralizar a aquellos sinvergüenzas que buscan captar el poder público, cuando esconden sus fortunas en las madrigueras de los paraísos fiscales. (O)
Jacinto Alejandro Henríquez Barzola