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El Telégrafo

El ‘Día de la Mujer Ecuatoriana’

04 de julio de 2014

Es muy grato para nosotros dirigirnos a Ud., distinguido ciudadano de la patria, que a consecuencia de su idealismo y tenacidad ha logrado mantenerse en el ejercicio de la primera magistratura del Estado, siempre pensando en el bienestar del pueblo -que siendo el puntal del sostenimiento de nuestra república- ha sido generalmente abandonado y aprovechando por los politiqueros de siempre. Su presencia en tan importante función pública nos anima y llena de esperanza los corazones ecuatorianos.

Con esta premisa llena de justos merecimientos, llegamos a Ud. para exponerle lo que a continuación detallamos:

El despertar femenino comenzó a recorrer el orbe con relativa fuerza a partir de 1905, gracias a que radicales ciudadanas europeas exigían el derecho al voto, el acceso a cargos en la administración pública y el derecho a trabajar sin discriminaciones en su entorno. Con ese espíritu, en 1910 se celebró en Copenhague la segunda Conferencia de Mujeres. Esta vez con notorio éxito, con la participación de más de 100 féminas de 17 países, donde con altivez reclamaban sus derechos. En este histórico evento, la alemana Clara Zetkin propuso que el 8 de marzo sea declarado como el ‘Día Internacional de la Mujer Trabajadora’. El petitorio trascendió y luego se logró.

Este evento y determinación ocurría en 1910 cuando ya en Ecuador, sin presión de ninguna naturaleza, es decir, sin que existan manifestaciones de parte interesada, sino a consecuencia de criterio y conciencia superior, el 2 de junio de 1897, trece años antes, el general Eloy Alfaro Delgado, en ejercicio de la presidencia de la República del Ecuador, en una intervención en el Congreso expresó, entre otras cosas, lo siguiente: “Nada hay tan doloroso como la condición de la mujer en nuestro país, donde, relegada a los oficios domésticos, es limitadísima la esfera de su actitud intelectual y más estrecho aún el círculo en donde pueda ganarse el sustento independiente y honradamente. Abrirle nuevos horizontes, hacerla participar en las manifestaciones del trabajo compatible con su sexo, llamarla a colaborar en los concursos de las ciencias y de las artes; ampliarle, en una palabra, su campo de acción. Mejorar su porvenir es asunto que no debemos olvidar… ¿Por qué no franquearle a la mujer las puertas de los colegios y universidades, a fin de que se dedique al estudio de profesiones científicas? Y que no se diga siguiendo el pesimismo egoísta de muchos, que estas reformas en la educación de la mujer alejan del hogar su presencia y tranquilidad. Todo lo contrario, la mujer instruida, la mujer que trabaja, tiene más eficacia en el hogar y en la formación de los hijos… (... )”.

Conocido este particular, no cabe duda de que en Ecuador tuvimos a un adelantado, a un hombre talentoso y privilegiado, que antes de que en el mundo se levantaran con justicias las mujeres, el ecuatoriano ilustre ya lo proclamaba. Y no solamente eso, sino que lo puso en práctica. Estos datos de la historia deben ser conocidos y difundidos, con el objeto de que nosotros, los pequeños, tengamos la satisfacción de trabajar “para que no se ultraje la memoria de los grandes”.

Por lo expuesto con claridad y basado en datos históricos insoslayables, concretamente le solicitamos con el respeto que se merece, que se proceda a decretar sin dilación de ninguna naturaleza, el 2 de junio como el ‘Día de la Mujer Ecuatoriana’. Esperando que esta idea, que es el sentir de un numeroso sector de ciudadanas y ciudadanos del país, sea acogida por Ud., que sin duda alguna es el continuador del ‘presidente eterno de los ecuatorianos’, en lo que respecta al espíritu transformador y la fortaleza intelectual y moral del general Eloy Alfaro Delgado, porque bien sabemos que, en la hora actual, ser liberal no es ser revolucionario, y seguro estamos de que si el mártir del Ejido volviera a la vida sería socialista y parte fundamental de la Revolución Ciudadana.

Muy atentamente

Por la fundación José Santos Rodríguez

Ignacio Carvallo Castillo, presidente

Hugo Delgado Cepeda, presidente de honor

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