Es la diferencia entre lo recaudado por el Estado y su presupuesto de gastos.

Todo déficit, que para cubrirlo se gravan parte de las rentas más altas, es un déficit que consume capital, que de otra manera pudiera ser dedicado a la inversión. También se lo puede solventar disminuyendo el gasto corriente, o con la venta de activos importantes del sector público. Las medidas que por lo general se utilizan más son los créditos externos, lo que ocasiona un aumento de la deuda pública. Actualmente en el país se cambió la terminología de deuda pública agregada a deuda pública consolidada.

En una de sus conferencias sobre déficit de los EE.UU., Milton Friedman, economista norteamericano, laureado con el premio Nobel y representante más destacado de la llamada Escuela de Chicago, manifestaba: “Los medios de información y el público en general han sido víctimas del engaño; se los ha persuadido de que los déficits fiscales pueden ser desastrosos en ciertas circunstancias, como lo sucedido en muchos países, pero también pueden ser beneficiosos en otras ocasiones; personas como yo, que insistentemente han sostenido que los déficits son una herramienta eficaz para estimular la economía, debemos hacer algo para solucionar estos problemas, pero no podemos permitir que se nos engañe con los “espantapájaros” de los déficits, lo que es solo fruto de una estratagema política”.

Atentamente,

José V. Recalde Mortola
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