Estimado Director de El Telégrafo, a través de su tribuna, quiero expresar mi descontento al servicio que presta el Hospital General Luis Vernaza a los afiliados del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS). Por razones de premura en la atención a una patología cardiaca me vi casi obligado a aceptar ser atendido en la referida casa asistencial. Afirmo “casi obligado” porque por espacio de un mes (30 días) traté de tomar una cita en el call center y no había disponibilidad, hasta que una atenta dama me preguntó si quería ser atendido en el Luis Vernaza, a lo que acepté sin mediar lo que iba a pasarme más adelante.
Relato que en el mes de octubre logré ser atendido por un cardiólogo totalmente apartado de lo que es atención de calidez, que los médicos del IESS sí la brindan, como me consta y doy fe de ello, por lo menos en las veces que he asistido a recibir atención. El galeno en referencia, de quien omito su nombre para que no sea afectado por mi denuncia, mostró un reprochable quemeimportismo ante al cuadro que le presenté en su consultorio.
Él, sin ni siquiera auscultar o conocer si las palpitaciones andaban bien, ni nada por el estilo. Solo miraba la pantalla de su computador y escribía y escribía... Parece que le daba atención médica al moderno equipo electrónico. Al cabo de 5 minutos que me cansé de hablar, me recetó una pastilla diaria y me dijo que regrese 3 meses después, luego de que me practique un eco doppler y un electrocardiograma. Salí decepcionado por la atención y el comportamiento de este médico, a lo que supuse que deberá ser mal pagado para haberme atendido con tal desinterés. Luego, con el pasar de los días y semanas, los dolores en el pecho continuaron, pero el médico creyó conveniente, desde el teclado del computador, que debían pasar tres meses para ver qué tengo.
La historia de “maltrato” a la dignidad de este afiliado no termina ahí mi estimado Director. Cuando acudí a pedir la cita para los exámenes dispuestos por el cardiólogo, me dieron cita para inicios de diciembre. Al asistir al laboratorio a realizarme el eco doppler, a las 14:00, hace dos lunes, creí que el mal sabor del médico había pasado. Acostumbrado a las citas del IESS, estuve una hora antes, es decir, a las 13:00. En ese momento una enfermera receptó mi solicitud y me dijo que era el número seis. Le increpé que mi cita es a las 14:00 y que había pedido permiso en el trabajo solo por dos horas. Ella me dijo que en realidad a las 14:00 empezaban a atender y que lo hacían, no por separación de cita, sino conforme iban llegando (los pacientes).
En el lugar había gente acostada en camillas y en sillas de ruedas. Una dama de avanzada edad incluso se le bajó la presión debido a la larga espera. La situación fue peor cuando, una semana después, acudí a practicarme el electrocardiograma. Ahí tenía cita a las 8:00. Así mismo, llegué antes, a las 7:15. Sin embargo, una enfermera me dijo que esperara afuera para que me dieran el tique. Parado, como rogando atención, después de 45 minutos, salió una enfermera que a gritos hacía encolumnar a las personas y entregaba el tique. Tenía el número 17. Me dije: “No son muchos”. Sin embargo, había que esperar que pasaran 40 personas del turno anterior. Sin más, tuve que sentarme en la escalera.
Por favor, pido que llegue el cambio a este hospital, o que evalúen a sus administradores, ya que dan un pésimo servicio.
Ángel De la Cuadra