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El Telégrafo

El atasco del tráfico en Guayaquil tiene solución

08 de septiembre de 2011

El tema del tráfico vehicular en Guayaquil es preocupante. Las calles de cualquier sector de la ciudad están siempre atestadas por el desorden de los conductores y por los carros obsoletos que bloquean la circulación. Por las autopistas ruedan maquinarias de trabajo: montacargas, retroexcavadoras y tractores, como si de vehículos de transporte se tratara, cuando en la ciudad deberían ir sobre plataformas de tráileres. Los conductores hacen de dos carriles tres y cuatro. Nadie sabe para qué son las luces direccionales, encienden la de la izquierda, pero viran a la derecha. A veces prenden cualquiera de ellas y viajan así durante todo su trayecto. Alguien ya lo dijo antes: parece que compraron el carro así -con la luz prendida- y no saben cómo apagarla. En Guayaquil particularmente nadie respeta elementales normas de conducción. Una gran cantidad de choferes no entiende lo que es el derecho de vía y que no importa cuán grande o pequeño sea el carro, todos cumplen las mismas normas. Los buses de transporte de pasajeros, incluidos los de la Metrovía, se detienen para dejar y recoger clientes en cualquier parte: en las intersecciones, en medio de la vía atestada de tráfico, en el carril de centro con carros circulando a ambos lados. Los discos Pare no significan eso sino más bien “siga” y Ceda el paso significa “acelere para que le gane al que tiene el derecho de vía”. En fin, lo más lamentable de todo esto es que esa realidad se vive frente a los vigilantes de tránsito. Si algún conductor consciente detiene el automotor para preguntar al agente por qué no actuó ante la infracción, este mira con tal desprecio que no  quedan ganas de volver a preocuparse por la norma.

Ya es hora de que alguien actúe. Las cifras de accidentes con víctimas fatales por el irrespeto a la ley y a universales normas de conducción son alarmantes. Solo hace falta que capaciten a los vigilantes en la ley y las normas y  que los pongan ahí mismo donde están ahora para que emitan multas y citaciones por cada infracción.

Y aunque el señor Velásquez, ex director de la CTE, no lo crea, pues decía que educar a los conductores tomará cien años, en menos de uno las cosas podrían cambiar dramáticamente.

Atentamente

Salvador Gallardo
Guayaquil

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