Piñas, 8 de diciembre de 2016
Cada vez es mayor el número de personas de la zona rural que buscan el camino hacia las grandes urbes, donde van a incrementar el número de desocupados y subempleados, aumentando la situación de miseria donde los municipios no cuentan con suficientes recursos económicos para atender las necesidades básicas del incremento poblacional; esto ocurre por la falta de incentivos a los productores agropecuarios, especialmente a los pequeños y medianos agricultores y ganaderos, que se dedican a la producción de alimentos para el consumo interno y por el escaso rendimiento económico que obtienen por su trabajo, prefieren abandonar los campos y buscar trabajo en las actividades extractivistas abandonan el campo y fijan su residencia en las pequeñas y grandes ciudades.
En la parte alta de nuestra provincia donde se ha talado la montaña para dedicar la tierra a la agricultura y la ganadería por el inadecuado manejo de los suelos, y con el viento y la lluvia, las tierras se han ido erosionando y han perdido fertilidad, y ya no se obtiene la excelente producción que se obtenía en años anteriores, por ese motivo las personas abandonan los campos, principalmente los jóvenes.
En el cantón Piñas se han cerrado algunas escuelas en la zona rural y otras van por ese mismo camino y, si no se les presta atención a lo que está ocurriendo, en poco tiempo más nuestros campos quedarán abandonados. No se debe perder de vista la importancia que tiene la producción renovable, no debemos olvidar que antes de que se empiece a obtener ingresos por las exportación de petróleo, las divisas que obtenía nuestro país provenían de la agroexportación. El peligro que conlleva para nuestro país el abandono de los campos debe ser tomado muy en cuenta por los candidatos a presidentes y vicepresidentes de la República, y de los legisladores favorecidos con los votos. Que se dicten leyes para que mejoren las condiciones de vida de los que se dedican a la producción agropecuaria.
Es necesario que se establezcan normas con el Ministerio de Agricultura, en coordinación con las universidades, para que se dediquen a investigación de las actividades agropecuarias y así se mejore la producción y la productividad, tomando en consideración que en ese aspecto estamos muy distantes de la alta producción que tienen otros países y que incrementando la producción se conseguirá bajar los costos.
La mejor parte de nuestros alimentos se produce en los campos y, para que ocurra aquello, hay que evitar que se sigan abandonando los campos. Solamente creando incentivos para hacer atractivas las inversiones en las actividades agropecuarias se conseguirá que no aumente el desempleo.
Atentamente
Víctor A. Murillo Herrera