Como un ciudadano ecuatoriano que vive en su país y que en el transcurso de 50 años de vida he visto y experimentado situaciones que deberían mejorar, me atrevo a manifestar que a la mayoría de gente (autoridades y gente de a pie) le falta ser más lógica, analítica y sincera consigo misma y después con los demás. Si analizamos ciertas profesiones, como abogados, policías, militares, lo idóneo sería que sean personas valientes, que no tengan miedo a sancionar o combatir a los criminales; vemos que en la realidad no es así.
Revisemos casos como el de Tulcán, donde guerrilleros colombianos secuestraron y mataron a tres periodistas; o el último del delincuente venezolano que mató a una mujer a vista y paciencia de gente y Policía ecuatoriana; o cuando rebajan las penas a delincuentes confesos. Esto es apenas una muestra de la violencia que ingresa a Ecuador, porque los extranjeros analizan las leyes y la forma de ser de su gente, antes de ingresar y cometer sus delitos.
Resulta inverosímil que la gente ecuatoriana esté preocupada y que exagere la situación, como peleas de gallos, corridas de toros, perros abandonados, un insulto, etc., y salgan a decir que defienden los derechos humanos y de los animales en estos casos o similares.
Yo les preguntaría: Y cuando matan, violan, secuestran, roban y desaparece gente inocente, ¿quién habla o dice que está mal? Tal parece que se teme a la gente mala y solo se aplican las sanciones a la gente trabajadora, la que busca sobrevivir. Hay que decir la verdad para corregir y mejorar, y lo primero que se debería hacer es analizar si las cualidades y capacidades de una persona son aptas para elegir tal o cual profesión.
Lo segundo es que en las instituciones donde se formen los jóvenes se les diga explícitamente el trabajo que se requiere que cumplan. Debemos aprender de los países desarrollados, donde profesionales en medicina, abogados, deportistas, policías, militares, etc., demuestran sus capacidades y su vocación de servicio con hechos y no con palabras. (O)
Arturo Guevara G.