Los operativos que se realizan por parte de la Comisión de Tránsito del Ecuador en la provincia del Guayas, concretamente en Guayaquil, con respecto al combate a los “taxis piratas” o no regularizados, tiene su asidero en la creciente ola delincuencial que utiliza este medio para perpetrar sus acciones y conseguir víctimas, que no se limitan únicamente a “indefensas” mujeres, sino que ataca a indistintamente a hombres e inclusive a grupos.
No significa esto que desde los taxis amarillos no se hayan presentado actos delictivos contra los pasajeros, lo que no los exime de culpa en cuanto a control de sus miembros y del uso que se le dé a las unidades. Tampoco significa que se pueda etiquetar de “delincuentes”a quienes trabajan en los “taxis piratas”.
Pero no es menos cierto que desde esas unidades de transporte informal se han perpetrado la mayoría de ataques delictivos de los que hace “circo” un sector de la prensa, para crear irresponsablemente un ambiente de convulsión ciudadana, que en lugar de ayudar a la eliminación de la delincuencia, ha provocado un incentivo a la misma.
Este “control”, así, entre comillas -por la irresponsabilidad y corruptela de unos cuantos uniformados que aún persisten en las viejas prácticas extorsionistas-, trae diversas consecuencias y vicisitudes entre la población, que se había acostumbrado a utilizar los servicios de quienes trabajaban honestamente en el transporte de pasajeros, aun de forma irregular (por laborar al margen de la ley de tránsito), que ven disminuidas sus posibilidades de acceder a una transportación cómoda y oportuna.
Esto debería ser analizado por las autoridades de tránsito.Un ejemplo claro es el que se presenta en el sector de San Agustín, en la calle Pedro Moncayo, desde Primero de Mayo hasta Luis Urdaneta, en donde se ubican, o hacen estación, los taxis que trasladan a la gente que vive en Durán.
La semana pasada, con la puesta en marcha de los operativos contra los “taxis piratas” se ha provocado un déficit de transporte que causa muchísimos inconvenientes a los duraneños, que deben esperar en largas columnas por horas para conseguir un puesto en los taxis amarillos.
Esto ha evidenciado, además, la aparición de otros “piratas” que llegan y toman pasajeros “al andar”, causando desorden y tropiezos entre los desesperados usuarios. Esto con la evidente anuencia de vigilantes de tránsito corruptos. Ojo con ellos.
Ramiro Serrano Miranda
Durán