Si querían conflicto mundial, no hacía falta al payaso del circo planetario de EE.UU. con el juguete faldero como si fuese Theresa una Miss de Londres, sino una declaratoria tipo Hitler con más ambiente propicio que el de la Segunda Guerra Mundial, ya que el “circasiano” actual se ha regado por el orbe bases nucleares con las del negrito Obama de Hawái.

Parece que se produjo un fuerte viento trasatlántico de la falda de la May y empezaron los químicos a traspasar el océano para que solo lleguen a Medio Oriente para medio orientarse contra Siria y plantar una base nuclear en una esquina de ese pequeño país, mucho más estratégico que el sinnúmero de bases nucleares que Obama fijó en Libia y Kenia.

Quiere que la tercera “mundial” empiece lejos de EE.UU. y se radique en Asia, pero no pensó jamás que el poder asiático se había extendido por tierra, aire y mar. Solo entonces pensó dos veces y propuso cambios que fueron escuchados más por su propio Occidente que lo dejó varado en una parálisis de una revuelta interna que conmovió  todas las fibras del gesticulador ansioso de gloria e historia.

La sinrazón de la evolución humana choca con gentes de aparatosos calendarios que se confunden y difunden ante los ojos exaltados de invasores e invadidos.

La compra de químicos está hecha por los milicianos dirigidos por los peritos Cascos Blancos, para disimular liberación de niños y así consumar la farsa tramada. No saben estos que Rusia, a más de las defensas mencionadas, dispone de misiles precisos en Kazajistán y que apenas se movieran los sapos de la gracia, se dispararían con una precisión milimétrica y tornarían el campo sirio en cementerio de los milicianos y de los Cascos Blancos.

Enseguida se procedería a juzgar al payaso psicótico con sus propios coterráneos, al igual que a la Theresa May. Entraría al calabozo de la falda hecho pedazos. El mundo se salvó. (O)

Fausto Abad Zúñiga