Es difícil que un régimen pueda contentar a todos, y quizá no sea lo más deseable, siempre habrá quien se sienta afectado de mala manera y quien sienta algún tipo de beneficio con decisiones tomadas por otra persona.
Las protestas en contra del gobierno de Rafael Correa son motivadas por una situación muy distinta a protestas con antiguos gobiernos. Actualmente se denota que la oposición al Gobierno es la parte afectada del actual proceso y esta, a toda costa, pide que salga Correa. Cosa muy diferente en otros gobiernos, cuando se protestaba por salarios, escuelas, precios altos, actos de corrupción, etc.
Queda muy a la luz que en el proceso revolucionario el pueblo no se vuelca a las calles para reclamar a su gobernante, pues la gran mayoría sale a las calles a apoyar al Gobierno y a las políticas impulsadas por este. El más grande ejemplo es el 30-S, donde la permanencia de Rafael Correa en el poder se vio apoyada por la gente que se volcó a las calles a defenderlo.
Las protestas en este régimen ahora llevan como abanderadas a las familias adineradas y acostumbradas al poder, que por cierto son minoría. Esta minoría es la que usa la desinformación y la descontextualización, para generar incidentes violentos y de alguna manera ensuciar el proyecto revolucionario.
El país ha cambiado, quienes protestan no son la mayoría que menos tiene, sino la minoría que más tiene y ve cómo de a poco se les va el poder y sus influencias en el poder. Ya no se grita en las calles por mejores salarios, ahora se grita por estar en el poder.
Carlos Matiz