En el año 1999, los grupos interesados en crear la AGD (Agencia de Garantía de Depósitos) trabajaron con mucha diligencia para confeccionar la “obra maestra”, pues no debería haber consecuencias a futuro, no tendría que haber denunciantes de una materia de compleja naturaleza; no habría hombre que se le pase por la mente cuestionar a los “verdaderos dueños del paisito”.
Pero en el mismísimo templo de las componendas se escuchó acusar con documentos en mano, con dominio técnico-jurídico-académico, e inmune a ser acusado de regionalista, pues proviene de familias guayaquileñas, la voz de Juan Falconí Puig, que pondría en evidencia la podredumbre que se le estaba haciendo al país.
Para opacar la voz del Dr. Falconí se armó todo un conjuro, los más importantes partidos políticos (excepto la ID), altos funcionarios del sector judicial; prensa a las órdenes de grupos interesados en las corruptelas dentro del sistema bancario.
El tiempo, de forma paulatina, ha ido develando verdades que estuvieron ocultas alrededor de la crisis bancaria en el Ecuador, y en gran parte gracias al Dr. Falconí.
Hoy es la oportunidad por parte de los ciudadanos del país de pagar una deuda moral con este personaje que con todos los méritos académicos y patrióticos debe estar en la nueva Corte Nacional, empuñando el legítimo martillo de la justicia.
José Luis Morán Álvarez
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