Desde que el señor Mauricio Rodas se sentó en el sillón de la Alcaldía han sucedido cosas que a cualquiera le extrañarían, le molestarían, criticarían o reclamarían.
La primera hazaña del alcalde Rodas fue violar una ordenanza de la ciudad, ley para todos; retomó la estrofa del Himno a Quito, que luego de estudios y realidades actuales no queríamos cantarla, porque Quito no es grande porque España la amó, la realidad es que la saqueó.
Lo de la construcción del Metro para Quito lleva ya demasiado tiempo sin una información concreta; le quitaron presupuesto; dicen y comentan que será demasiado caro y se están gastando nuestro dinero en estudios y más estudios. El parque El Arbolito sirve de estacionamiento para todo evento de la Casa, pero qué importan los paseantes. Quito se ha llenado de indigentes y ventas de comida en la calle; había una ordenanza que, por salud, prohibía expender comida en la calle, pero parece que ya no existe.
Ha inaugurado, sí, obras que el exalcalde Augusto Barrera dejó planificadas, presupuestadas y casi terminadas. Una de ellas, el puente del Chiche, no se podrá usar hasta que la segunda etapa de la Ruta Viva no esté lista; he leído una información que indicaba que los montos para las expropiaciones serían altísimos. El tránsito no ha cambiado, empeorará cuando retire el Pico y Placa; en la zona azul se abusa, pero ya no hay multas; nos quitó el logo hermoso que nos identificaba y nos identificó siempre a los quiteños y quiteñas: los colores de nuestra bandera azul y roja, y en los últimos años, la Q de Quito con sus colores en toda institución municipal y de servicio del Cabildo, o la biciQ; no, ahora tenemos un Quito multicolor pastel. No sé si quieren que nos olvidemos de nuestra identidad o que nos olvidemos de la anterior administración.
Con el alcalde Rodas íbamos a vivir mejor, íbamos a tener lo que los quiteños soñábamos (¿seguimos dormidos en Quito?); las ‘fiestas’ de la ciudad, con las que no concuerdo porque no entendí nunca qué es lo que se festeja, se harán, pero caras; volveremos a los chavezazos; amazonazos; carolinazos, a la borrachera colectiva -no por el ambiente de fiesta sino por el alcohol que se consumirá- y tendremos el evento estrella: Sting, a un precio impagable; emulando el festival de Viña -que también ofreció a sus votantes- y se eliminaron los espectáculos gratuitos para la ciudad. Se eliminó el QuitoFest, otra fiesta de la música reconocida y esperada en Latinoamérica. Con los $ 2 millones que recortó del Metro de Quito pagará el espectáculo privado.
Pero hay algo peor aún, que si fuera otra la persona a la que se le involucra en un caso tan grave como tener contacto con un supuesto narcolavador, y con el agravante de haber sido el posible asesor -y quién sabe si financista- para la creación de los Guagua centros, ya habría sido linchado por los medios privados, pero hay mutis.
No admito que el Alcalde no haya dado una explicación concreta, creíble y respetuosa a la ciudad; no admito la repetidamente leída información de su relación con el mexicano Muñoz Orozco y no admito que los medios se hagan de la vista gorda en este hecho; tal vez lamentarán algún día su complicidad. Lo que sucede en México es un ejemplo de lo que no se puede permitir.
Nos debe también la explicación de sus viajes al exterior.
¡Despierta, Quito! Empieza a reclamar y a exigir respeto.
Analucía Sosa Andrade