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El Telégrafo

Del derecho a la resistencia (El acoso antidemocrático)

25 de febrero de 2017

El espacio común de la falta de pudor; la receta y el dictamen del imperio.

Así se presenta y viene acompañada de grandilocuentes coros la doctrina del derecho a la resistencia, el espacio común de todas las imposturas; ahí caben todos; ahí se convocan todos enemigos de ayer, amigos de hoy, moros y cristianos como diría mi madre. El imperio ejerce su derecho a la resistencia, envía expertos, arma la guerra psicológica de golpe; distorsión de la realidad, secuestra instituciones, inventa supuestas atrocidades y fraude; los corifeos hacen el coro local.

La oligarquía financiera ejerce su derecho a la resistencia, acorrala a jueces electorales, desconociendo y pretendiendo desaparecer la competencia de la entidad de control, queriendo fraccionar la unidad nacional. Le sigue el coro de felipillos, resistiendo por la libertad, esa libertad para las minorías violentas que aparece su rostro neofascista, solo para acciones desestabilizadoras selectivas.

Se induce a nuestros jóvenes a sumarse a jorobar, ejerciendo su rebeldía, ¡qué contradicción!, pretendiendo engañarlos por la falta de memoria generacional. Los buitres del imperio, con sus senadores y fundaciones, tienen sus segundas voces locales; pseudolíderes radicales que con libretos y notas prestadas van pregonando, para sublevar, la cantaleta del fraude de la receta imperial; antes fue en Venezuela, hoy en Ecuador.

Todos ellos cuentan con el altavoz mediatico, cuentan con  sopranos y tenores, que día a día, muy de mañana, embotan la conciencia nacional ejerciendo sin descaro la censura previa, su control de la agenda noticiosa y de la vocería electoral.

Pero lo que resulta demencial es que tres piromaníacos y una horda de envenenados ejerzan su derecho a la resistencia, rodeen al CNE, secuestren la democracia y condicionen su competencia y pronunciamiento de resultados, asumiendo competencias de represión y seguridad estatal, poniendo en riesgo la paz. Esto sí que es vergonzoso y nos indica hasta dónde ha llegado la conjuración contra la Revolución Ciudadana.

Este panorama nos empuja a dejar nuestro espacio de comodidad y, retomando nuevos bríos, cerremos filas por la defensa de la patria, una patria donde todos podamos ejercer nuestro derecho a la resistencia contra la arremetida fascistoide y a la falta de garantías democráticas. Una patria para todos y todas. La patria donde ejerzamos una verdadera libertad; no derechos liricos, sino condiciones objetivas de acceso a nuestros derechos políticos y sociales. (O)

Reinaldo Torres Jaramillo

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