El poder es la capacidad de lograr que otros hagan o dejen de hacer algo, siempre que incida en una transformación histórica y trascendental. El poder está disperso en el Gobierno, las instituciones, las empresas, el Ejército, la Policía, la iglesia, los sindicatos, etc.
El poder cada vez está más esparcido; quienes lo controlan lo ven más restringido; otros no saben qué hacer con él. Ejemplos hay muchos; sin embargo, puede estar tan disperso y sometido como cuando el “poder total” ordena al “poder efímero” inventar un 30-S para decir que el Gobierno estuvo en riesgo ante un “golpe blando”.
El poder también fluye de quienes tienen la fuerza bruta sobre quienes tienen más técnica y conocimientos, de las empresas más grandes a las más jóvenes y ágiles, de los dictadores al pueblo que protesta en las calles, de los más jóvenes e inexpertos a los viejos con experiencia que son desplazados de sus actividades sin respetar los procesos y cambios generacionales, de los fracasados experimentos socialistas, populistas a la ciencia y la técnica. El conocimiento y la razón son mal utilizados para proteger la retirada de los expertos en corrupción y hábiles clientes de los paraísos fiscales.
El poder ya no es lo que era; es más fácil de adquirir, más difícil de utilizar y más fácil de perder. Las luchas por el poder se han vuelto intensas; todos quieren llegar, mantenerlo, cometer todos los abusos que les sean posibles; cometer con él todos los delitos que sean posibles; poner a buen recaudo las ilegalidades cometidas, para eso hay que rodearse de un ejército de mediocres, para cerrar el círculo de la ignominia y el despotismo, declararse salvadores de la patria, perseguidos políticos o maniáticos.
Muchas personas lo han utilizado contra organismos internacionales, como las NNUU, OEA, CIDH; se adueñaron de las Cortes de Justicia, cometieron los actos de corrupción más inimaginables y el despotismo más nefasto, se hacen llamar revolucionarios. Hoy quieren seguir degradando el poder y haciendo de las suyas. (O)
Dr. Rodrigo Contero Peñafiel