Se puede concluir que Correa fue un “ocioso en clase”, como estilábamos llamarlos en la escuela. Más allá de las filosofías de Marx y Engels, que poco le importaron, salvo los enunciados, Correa eludió el Foro de Sao Paulo e insistió en las acciones que le dieran resultados económicos inmediatos, como la Constitución de Montecristi que duraría 300 años, pero que la violó a mansalva y por último la corrigió sobre la base de inconstitucionales enmiendas.
Hugo Chávez, el alumno más aprovechado de Fidel Castro, cumplió a cabalidad con ese engendro socialista hasta después de muerto. Es célebre la carta que le escribió Fidel, donde con idioma “morocho” le explica lo que debe hacer para apoderarse del país, Venezuela: “Los pobres son mayoría, inyéctales desesperanza, aprende a manejar la ignorancia”. “Genera un nuevo nacionalismo, despierta el odio, divide a los venezolanos, se eliminarán unos a otros, la violencia te ayudará a instalarte más tarde por la fuerza”.
“Compra a todos los militares, ponlos donde haya bastante plata, corrómpelos”. “Controla a la Policía, destrúyela, pronuncia siempre la palabra revolución, eso emociona a los pobres”. “Cierra radios, televisoras, viola la Constitución, allana, siembra armas, drogas, hay que fusilar a los opositores, eso los silencia y es más económico”.
Ortega hace méritos, Kirchner solo roba, pero bastante; Morales quiere gobernar por siempre, Lula cae ante “Linch” Bolsonaro. El ocioso en clase está rico, va a ser enjuiciado por secuestrador y hace tiempo que desechó el socialismo que nunca entendió. (O)
Dr. Carlos Mosquera Benalcázar