Con su viaje a México y Cuba, el Papa cumple un deseo que había manifestado al hilo de la conmemoración del Bicentenario de la independencia de diversos países latinoamericanos. Quiere ir a estos países para proclamar allí la palabra de Cristo y afianzar la convicción de que este es un tiempo precioso para evangelizar.
Pienso que el viaje ha de leerse en esa clave, en evidente continuidad con el mensaje de Aparecida y el acento que el Papa está poniendo en la nueva evangelización. Ante las voces de los agoreros que periódicamente acusan a Benedicto XVI de querer convertir a Europa en el centro de la Iglesia y del mundo, el Papa retorna a Iberoamérica para animar el afán apostólico y recordar esas raíces cristianas que nos han dado una historia única de fe, esperanza y caridad; una historia que necesita seguir haciéndose, que no puede conformarse con vivir de las rentas, para no sucumbir ante las numerosas tentaciones que le acechan; una historia, en definitiva, en la que la fe cristiana ha de seguir arraigando profundamente en el corazón de las personas y en el de los pueblos latinoamericanos como acontecimiento fundante y encuentro vivificante con Cristo.
Jesús Domingo Martínez
DNI: 71246596