Quito, junio 8 de 2012
Señor Director del diario El Telégrafo
Guayaquil
De mis consideraciones:
Mucho agradeceré se digne disponer la publicación del siguiente comentario en Cartas a la Dirección:
Pronto se cumplirán 25 años del fallecimiento de la “Reina de la Canción Nacional”, Carlota Jaramillo, en cuya memoria muchos ecuatorianos de la tercera edad recordaremos con sentimiento aquellas inconfundibles y nostálgicas vibraciones de sus cuerdas vocales, que en ascuas ardientes brotaban de su garganta de cristal. De su diáfana voz inconfundible caían también como abalorios las notas del pasillo ecuatoriano, engalanando con caracteres indelebles el frontón de una época romántica, sentimental e inolvidable.
Si la voz en sí es un conjunto de sonidos que salen de la boca, tratándose de la insigne Carlota Jaramillo, esta provenía del fondo de una hoguera, cuyas brasas convertidas en canciones enriquecieron el pentagrama nacional, a la vez que interpretaron con las más pura percepción de los sentidos el dolor de un pueblo, sus alegrías, esperanzas y frustraciones.
Cuántos habremos enjugado una lágrima furtiva en noches de soledad y de tristeza al “persistir con afán la compañía” o desatado un manojo de ilusiones “por un amor grande y lejano que atormenta la vida”. Es que la voz incomparable de Carlota Jaramillo, sostenida entre las cuerdas de una guitarra, la llevamos grabada los ecuatorianos con la misma intensidad que ella amó a su patria.
Atentamente,
Raúl Córdoba Avilés C.C. 0600580955