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El Telégrafo

Cartas al Director

16 de febrero de 2012

A propósito del monumento a LFC

Hace pocos días escuché al Sr. Jaime Nebot  decir que la oposición a la estatua de LFC es de los odiadores, sin otro argumento más que el odio. Hoy escuché a un asambleísta de Madera de Guerrero decir que la mayoría de guayaquileños quiere rendir ese homenaje para quien fuera “su líder”. Me pregunto qué sentirían estos señores si hubieran tenido padres torturados o hijos desaparecidos o hermanas ultrajadas. O si hubieran sentido la amenaza constante del terrorismo de Estado ejercido por el gobierno del socialcristiano LFC.

¿Sería justo ver todos los días en su camino la cara del hombre que les llevó a conocer el dolor y la oscuridad en aquellos años?

¡Ahora resulta que somos odiadores! No señores de Madera Guerrero, no señor Nebot; no es el odio el que nos mueve. Simplemente no creemos justo que se rinda homenaje a un hombre que creía que el Ecuador era su hacienda y que mancilló los derechos humanos de muchos ecuatorianos.

Ojalá algún día se rinda homenaje a los ecuatorianos que arriesgaron sus vidas y fueron asesinados o torturados por el pecado de querer una patria justa para todos y todas.

No creo que alguien en el Ecuador, y peor en Guayaquil, quiera un monumento a la vergüenza.

Dra. Paulina Pérez

 

Señores asambleístas y señor Presidente de la República

El pueblo ecuatoriano mira absorto cómo cada día bandas delincuenciales bajo diversas modalidades, y en un número cada vez mayor, cometen sus fechorías conscientes de su condición de ventaja sobre sus víctimas, lo que les proporciona la libertad necesaria para actuar de esta manera. Las armas modernas de que disponen confirman lo expuesto.

Señores, se está librando una batalla contra rivales indefensos donde la derrota sería inevitable. Esta situación no debe continuar, amerita un análisis profundo, una reconsideración de lo actuado.

Comprendemos que existen ciudadanos indignos de portar un arma, pero esto no se puede generalizar. Aspiramos, señores asambleístas y señor Presidente, a que se permita a los ciudadanos contar con los elementos necesarios para su defensa. La no rectificación de procedimientos sobre este caso conducirá irremediablemente a la quiebra moral y económica de muchos ecuatorianos. Los permisos para portar armas podrían ser suministrados previa evaluación de expertos en el conocimiento de la mente humana, asegurando de alguna manera el correcto uso de las mismas.

Atentamente

Aníbal Portero Garcés

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