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El Telégrafo

Cartas al Director

18 de septiembre de 2015

La ley del embudo

Minoritarios sectores indígenas y laborales -otra vez- convocan a un paro nacional y exigen sus ‘derechos’ para reclamar, pero usando la famosa ‘ley del embudo’, que consiste en que la parte ancha es para la minoría y la parte angosta para todos los demás que somos la mayoría.

Exigen respeto, pero demuestran irrespeto para los ciudadanos, atacando a Policía Nacional y destruyendo la propiedad pública y privada.

Me pregunto, ¿en qué trabajan estas personas? Porque calentar las calles y lanzar consignas es un lujo que, quienes trabajamos, no nos podemos dar, porque necesitamos cuidar y alimentar a nuestras familias. ¡Qué suerte tienen! A lo mejor hay mecenas extranjeros o nacionales que los financian para ayudarlos en intereses mezquinos.

Y deben recordar que el tan cacareado derecho constitucional a la protesta termina cuando comienzan nuestros derechos constitucionales a la movilidad, al trabajo, a la seguridad ciudadana.

Estas minorías gritonas desentonan ante la realidad y solo se escuchan a sí mismos, no ven que el país ha avanzado ante el cambio de época y, actuando sin criterio ni visión, no solo critican al Gobierno sino que, además, demandan a nuestra patria ante organismos internacionales legalmente incompetentes, como la CIDH, que es manipulada desde Washington, con financiamiento norteamericano.

Vale la pena recordar la frase “¡Hasta cuándo, padre Almeida!“.

Estamos cansados de esta pérdida de tiempo; somos la mayoría y somos muchos más y la verdadera democracia respeta las decisiones de la mayoría. No queremos la ley del embudo.

Atentamente
Ing. César Frixone Franco


Ahorro necesario de agua

La explosión demográfica sumada a la falta de conciencia y el desmedido afán de enriquecimiento provocan una mezcla letal para nuestro planeta. Se ha difundido ampliamente en los medios lo que está pasando y lo que está por venir es alarmante, sin embargo, parece que no nos importa o pensamos que lo que hagamos no cambiará nada.

La verdad es que ese pequeño aporte de millones de personas es lo que hará la diferencia para ayudar a conservar la vida en nuestro único y bello hogar: el planeta Tierra.

Podemos hacer varias cosas, pero quiero concentrarme en una que me parece fundamental, es necesario ahorrar el agua potable. Cada vez que vamos al baño a orinar utilizamos un promedio de 4 litros de agua potable para simplemente ayudar a que circule la orina hacia la alcantarilla; la orina humana es un gran abono para las plantas, ya que básicamente es urea con agua, en algunas culturas incluso se acostumbra a beber la propia orina de la mañana como fuente de salud porque ayuda a mantener fuerte el sistema inmunológico. La recomendación sería recoger en un envase plástico nuestra orina y, añadiendo un poquito de agua, ponerla a nuestras plantas. Esta simple acción, que parece insignificante, ahorraría 5.840 litros por persona al año de preciosa agua dulce que puede servirnos muchísimo en épocas de escasez, lo que podría ser muy pronto.

Alfredo Saa Moral

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