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Quito, 27 de julio de 2015
Licenciado
Orlando Pérez
DIRECTOR DEL DIARIO EL TELÉGRAFO
Presente.-
Señor Director:
No comprendo por qué el señor Gonzalo Rosero está indignado al haber sido denunciado por un ciudadano, ante la Supercom, al no abrirle un espacio solicitado en homenaje a la ‘libertad de expresión’, que tanto proclama.
Se supone que, como todos los días aluden a la manida muletilla de la ‘libertad de expresión’, están cuerdos de lo que significa esta categoría de la comunicación social; pero ahora resulta que dentro de sus justificativos dice que no puede dar el micrófono a ‘cualquiera’ que pase por la calle. Esta justificación deja en claro que el señor adolece del conocimiento profesional sobre lo que en realidad significan estos procesos.
Sería bueno recordarle que una cosa es libertad de expresión (atributo personal que tienen los seres humanos para expresar o transmitir sus ideas y convicciones hacia los demás, escogiendo el medio que les convenga); mientras que libertad de prensa (esto es lo que no dicen) es una atribución legal para transmitir mensajes y contenidos por los medios informativos, en donde existe un obligado Código de Ética, que está para cumplirlo (verificando, contrastando y contextualizando el hecho, la noticia, cuando no la opinión).
En su débil conocimiento en el manejo de estas definiciones, no se da cuenta de que el abrir el micrófono y los espacios (producción y reproducción) solo para quienes hacen oposición, y todos los días, contrasta muy de lejos con lo que en esencia significa la libertad de expresión, como queda explicado. Ojalá algún día se les pueda entender a quienes ni siquiera conocen bien su tarea.
Dr. Galo F. Terán I.