¿Correa vs. redes sociales? ¿Tal vez una lucha por una mejora cultural?
¿No hay problema si te insultan porque son redes sociales? ¿O porque es un personaje público? No me extrañarían esas ideas, las he escuchado, con decepción, de educadores. Es decir, la idea parece que fuera: estás para servirnos, no nos gusta que ganes mucho y debes soportar que te insultemos. ¡Pongamos esclavos de servidores públicos! No debería sorprendernos que intenten robarnos y jodernos. Hay que diferenciar insultar, ridiculizar, afirmar, suponer, etc., pues son diferentes y hace que pueda ser penado legalmente. Así como no es lo mismo acusar a determinada persona en un bar entre amigos que hacerlo en medios de comunicación de alcance masivo, en los cuales, por muy adulto que seas, lo que escuchas y ves influye en tu subconsciente —fácilmente en algunos inconscientes—.
Algo que suelo ver en comunicadores extranjeros es que subestiman a otros comunicadores, en este caso de Ecuador, porque su calidad deja que desear. Jonh Oliver, comediante que comentó sobre este tema, hace gracia con que un payaso estuviera en un informe de un Presidente, una imagen de Correa con Patch Adams metidos juntos en un calzoncillo enorme, etc., no con acusarle de actos enmascarados en humor. Coincido con lo que creo intenta decir Correa, pero se debe explicar muy mal o estamos tan acostumbrados a que las cosas sean de tal modo que verlas de otra forma suena de locos. Me imagino decir en la época de los gladiadores que no se debería hacer las luchas a muerte; en la época actual es como decirles a los taurinos cosa similar.
Muchas personas oran o reclaman por diferentes cosas diciendo: Dios, ¿por qué permites esto? Y quienes lo permiten son las personas.
Juan Pablo Romero Aguirre
Hay que liberar a la libertad de expresión
Durante mucho tiempo, la libertad de expresión ha estado cautiva del utilitarismo liberal. Del mismo modo que el neoliberalismo plantea la utilidad como el fin de la vida, también le ha impuesto a la libertad de expresión el mismo objetivo; es decir, perseguir la utilidad, sin limitaciones. Haciéndola más importante que la vida misma y las relaciones entre los seres humanos. ¿Cómo se puede entender que la libertad de expresión pueda ofender, humillar, engañar, mentir, estafar el conocimiento y a las conciencias, sin ningún control?
Ya basta de tragarnos el cuento de ‘lo que se calle puede destruir al mundo’; se destruirá, pero el mundo liberal. Creo que el ser humano ha madurado lo suficiente para entender cuánto engaño, mentiras y miseria emocional, sicológica, educativa, familiar y espiritual han provocado, una y mil veces, los medios informativos privados, en todas las partes del mundo, donde las oligarquías gobiernan, explotan y alienan, con el consumismo, el arribismo, el lujo clamoroso, el libertinaje, los prejuicios, la segregación y todas las demás taras, principal y especialmente dispuestas en el capitalismo.
Las mismas supuestas ‘víctimas’ del semanario Charlie Hebdo han utilizado sus muertos para ganar millones de euros con la última publicación. Como dice un grafiti en Caracas: ‘La revolución no se vende, la revolución se defiende’.
Atentamente
Ney Mancheno