Licenciado
ORLANDO PÉREZ
Director del diario público
EL TELÉGRAFO
De mis consideraciones.-
Si partimos del primer párrafo del editorial Las minorías quieren imponer las reglas a las mayorías, del señor Humberto Mancero, del 04/06/2013, el sancionado debería ser él mismo, pues sería justo penar su homofobia en un medio de comunicación al compararnos, sin sustento de derecho o académico, que la condición homosexual es un hecho “de excepción”. Le recomiendo al editorialista leer la sentencia del Tribunal Contencioso Electoral por el cual el excandidato Nelson Zavala fue suspendido en sus derechos ciudadanos. Además, leer normas internacionales en derecho y salud pública sobre la homosexualidad.
Con alto prejuicio y criterio absolutista pretende equiparar los derechos a un ‘favor’ que deban darnos tanto las instituciones del Estado, cuanto la “mayoría” de la sociedad”. Sepa el editorialista que las “minorías” sexuales también votaron en su gran mayoría por la actual Constitución; y además una inmensa mayoría es creyente sin contar que tributamos, entre otras obligaciones por igual, aunque no tengamos los mismos derechos.
El debate generado por el matrimonio igualitario desnuda las contradicciones de la Carta de Montecristi. Grave es que una norma constitutiva contraponga los principios de aplicación de derechos, la igualdad de todos (artículo 11), con los “derechos de libertad”, Arts. 67 y 68, donde paradójicamente se estipulan restricciones en función de presunciones de credo religioso, deshumanizando la Carta, acentuando la situación de discriminación de las y los ciudadanos GLBT; y violentando el espíritu de igualdad de todos los ecuatorianos.
Sería bueno que Mancero cite el estudio científico que vincula la orientación sexual, con ciertas prácticas sexuales, como la zoofilia y la necrofilia. Siguiendo esa limitada lógica, incluyamos la pedofilia, que sabemos a quienes generalmente apunta, basta ver los índices de violencia familiar –en la ‘familia tradicional’– de padres a hijas en Ecuador.
Y aquella “realidad de excepción” como discriminadoramente llama Mancero al registro en las notarías de parejas homosexuales, se la efectúa a voluntad del notario, generalmente funcionarios con prejuicios. Ayer la Comisión de Justicia de la Asamblea remitió a los asambleístas un informe para segundo debate de la reforma al Código Civil, donde no consta nada respecto a reglamentar ese mandato de Montecristi sobre uniones de hecho. Ahí tendría razón Mancero, somos aún una “realidad de excepción” para el Estado, lamentablemente.
Solicito por favor, publicar esta réplica a dicha columna editorial en virtud de los derechos constitucionales que me asisten.
Atentamente,
Fredy Lobato
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