Piñas, septiembre 11 de 2012
Señor Director de diario El Telégrafo
El café es un producto que en el comercio mundial ocupa el segundo lugar después del petróleo y el primer lugar en la generación de empleo; en nuestro país, durante el siglo XX aportó con un alto porcentaje de recursos económicos a la Caja Fiscal por concepto de impuestos a la exportación y fue una muy importante fuente de empleo, tanto directo como indirecto para miles de familias ecuatorianas.
Lamentablemente, en los últimos años, la producción de café en Ecuador ha sufrido una drástica caída, a tal extremo que la industria nacional se ha visto obligada a importar cerca de un millón de sacos de 60 kg de café por año para satisfacer sus necesidades, produciéndose con ello una preocupante salida de divisas. Han sido muchas las causas para el descenso de la producción de café en nuestro país, y a eso de ha sumado la reaparición del hongo Hemileia vastatrix, más conocido como roya del cafeto o herrumbre, que amenaza con desaparecer la ya agonizante caficultura ecuatoriana.
Se trata de controlar en algo los efectos de esa enfermedad, fumigando los cafetales con productos cúpricos, sin embargo, resulta antieconómico por el bajo rendimiento de nuestros cafetales, cuya producción en promedio está en cinco quintales por hectárea por año, por lo que más urgente y necesario sería proceder a la renovación total de las plantaciones, con variedades de mayor resistencia a la enfermedad de la roya, y de más alta productividad; pero para ello es necesario que el Estado le dé todo el apoyo al Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca para que esa cartera de Estado pueda otorgar la asistencia técnica necesaria a los cultivadores de café, tomando en cuenta que los caficultores -en su gran mayoría- son pequeños y medianos productores.
Además, mediante el apoyo al cultivo de café se puede detener en algo la migración campo-ciudad, fenómeno que está contribuyendo a incrementar el desempleo y subempleo en las grandes urbes, en donde muchos padres de familia luchan desesperadamente por un cupo para matricular a sus hijos en una escuela fiscal, mientras en muchos lugares de la zona rural se están cerrando escuelas por falta de alumnos. Con este comentario no queremos decir que el cultivo de café sea la panacea para la reducción del desempleo en el país, pero sería una importante contribución.
Muy atentamente,
Víctor Murillo Herrera
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