Hace ya tres meses que te fuiste, pero aún no nos acostumbramos a tu ausencia. Fueron muchos momentos inolvidables, buenos, malos y también fugaces.
En ocasiones pensamos que la vida se estanca, que esos momentos son eternos, que las personas que amamos siempre estarán allí, sobre todo cuando más las necesitemos, pero no es así.
Todo tiene su ciclo y el tuyo, padre querido, se cumplió. Te fuiste para no volver dejándonos tu sonrisa eterna y una estela de enseñanzas y afectos que nadie podrá borrar.
Te fuiste apretando mi mano con fuerza, en un último arranque de orgullo.
“Flores en vida” repetiste siempre, pero en este Día del Padre recibe, donde quiera que estés, este pequeño testimonio de tu hijo y de toda tu familia, que siempre te amó y te recordará.
Francisco J.