No solo un bus de la línea 108 es el que contamina la ciudad sino que lo hace la gran mayoría de buses. ¿Para qué sirve entonces la tan cacareada revisión vehicular que dizque los buses aprueban dos veces al año?
La culpa de esta criminal contaminación no es del todo adjudicable a la calidad del diésel, sino y principalmente a la mala calibración de sus motores y a la ausencia de un dispositivo del tubo de escape que se llama catalizador, que sirve -precisamente- para amortiguar la mala combustión del motor.
Ante esta vergonzosa realidad que nos desacredita como ciudad moderna, ¿qué nos pueden responder los señores directores de la ATM? (O)
Ing. Jorge Nazri Adum B.
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