Considero un error para la pequeña economía ecuatoriana el haber importado billetes de $ 2. El “billete de la suerte” que los norteamericanos no aceptan y si lo obtienen lo ponen a buen recaudo, evitando así su circulación. Con esa acción los precios de los artículos menores y de los servicios se mantienen.

Nosotros lo importamos dizque para evitar el redondeo de precios en mercados, abarrotes, restaurantes, etc. Lo aconsejable y correcto es importar monedas fraccionarias. Si la cantidad importada de los billetes de $ 2 cubre y rebasa la demanda, pronto desaparecerían las monedas de $ 0,10 y $ 0,25. Un poco más tarde las de $0,50, tal como está desapareciendo el billete de $ 1.

Con este billete de $ 2 en la recesión en que nos encontramos, además del pesado fardo de la inflación, se debió tener en cuenta que de inmediato en el comercio interno como en el de cualquier otro país, existe en efecto multiplicador de ganancias sobre ganancias del 2x1 = 2. Con esto queda explicado que el billete de $ 1 perderá espacio, comenzarán a incrementarse los precios y cobros a partir de promediar sobre el billete de $ 2.

Con el uso cotidiano de este billete, en el transcurso de varios  meses se haría un flaco favor al turismo externo, teniendo en cuenta que partimos del billete de $ 2 y que al referenciar con la unidad hay un incremento del 100%. Basados en ese principio se podría presumir que los precios subirán, lo propio ocurriría en el comercio exterior, ya que la balanza de pagos tendrá que reflejar el registro del aumento nominal de esa divisa ($ 2) como uso corriente y a nuestros importadores les querrán cobrar más, debido a la supuesta bonanza de la que ellos son partícipes.

Ojalá que me equivoque en mi apreciación y que la importación sirva para terminar el redondeo. (O)

César Antonio Jijón Sánchez