La autoestima consiste en la valoración de los rasgos corporales, mentales y espirituales que tiene un individuo; es en la infancia donde empezamos a formarnos una apreciación sobre cómo nos mira la gente, por lo tanto, puede reformarse con el tiempo. Es la aceptación y aprecio que toda persona tiene de sí misma y que le da estima y valor ante la sociedad para hacerle perder el miedo ante cualquier manipulación de su personalidad formada con responsabilidad, honestidad, sinceridad, autodominio, lealtad, amistad, gratitud y honradez, que son valores inquebrantables.
Quien antepone los intereses personales, la prepotencia e irresponsabilidad ante los valores humanos y de la sociedad, es incomprensible racionalmente y va en contra de la ley y la razón, todos tenemos la capacidad de decir no cuando percibimos la presencia de un manipulador para no caer en el engaño. Los valores individuales y colectivos de los seres humanos hacen que se respeten las leyes, normas y principios que rigen a la sociedad, los valores se adquieren en las etapas de formación de cada individuo y contribuyen en la construcción de personalidades equilibradas.
La libertad, entendida como la responsabilidad de orientar el pensamiento de la gente, admite la armonía interior y la paz espiritual. ¿Quién en su vida no ha sentido la presencia de chantajistas, políticos y redentores que con mentiras, astucia, ironía y provocación han tratado de distraer los verdaderos problemas de la comunidad, mintiendo a la gente a cambio de su voto para seguir en sus andanzas y picardías?
Con indignación podemos observar cómo el poder político irresponsablemente pretende ocultar los verdaderos problemas éticos y morales de la campante corrupción, sin entender el poder del valor generacional que nos permite mantener o recuperar la dignidad del país, ultrajada en los últimos tiempos. El uso y abuso del poder en cualquiera de sus formas nunca podrá destruir la autoestima de gente, cimentada en principios y valores. (O)
Dr. Rodrigo Contero Peñafiel