Este refrán popular se aplica para el presidente del Consejo de la Judicatura (t), Marcelo Merlo Jaramillo, y tres vocales, excepto Juan Pablo Albán, quien criticó que se haya sancionado a la jueza penal Dávila, por haber puesto en libertad a Iván Espinel, exministro de Lenín Moreno.
Resulta que Merlo y sus tres vocales reiteradamente cuestionaron el proceder del anterior CJ, presidido por Gustavo Jalkh, por haber sancionado a varios jueces por actos relacionados con sus facultades jurisdiccionales. En fin.
Hoy, Merlo y su CJ, excepto Albán, cayeron en la misma conducta que criticaron de Jalkh y los suyos. Merlo y sus tres vocales deben renunciar por respeto a la coherencia y a la ética pública; caso contrario, el CPCCST de Trujillo debería analizar su conducta y cesarles en sus funciones y dejar únicamente a Juan Pablo Albán. (O)
Carlos Humberto Zambrano Zúñiga