En pocos días se cumplirán diez años desde que la Fundación Alfaro Siglo XXI logró a base de esfuerzo y sacrificio que el general Eloy Alfaro sea declarado “Héroe Insignia del Ecuador”. El Decreto Ejecutivo 878 señala -además- al general Eloy Alfaro “Héroe Nacional, Signo de la Patria”.
Quien tuvo el valor de firmar el decreto ejecutivo fue el vicepresidente constitucional Alfredo Palacio González, por entonces Palacio estaba encargado de la Presidencia. Si la ciudadanía no conoce este reconocimiento al general Alfaro, se debe a la indiferencia que tuvieron los medios de comunicación cuando sucedió este hecho histórico contemporáneo.
Recuerdo los actos públicos que organizaba la Fundación Alfaro Siglo XXI al pie del monumento ubicado en la Avenida de las Américas y en el mausoleo del “Viejo Luchador”, cada 5 de junio y cada 28 de enero, día de luto para la patria, en el Cementerio General de Guayaquil, bajo un sol que incendiaba la ciudad.
Desde la colina donde están las cenizas de Alfaro se escuchaba la voz fustigante de la escritora Nancy Bravo de Ramsey, quien señalaba con valentía quiénes fueron los asesinos de Alfaro y a los oportunistas que medraron de la figura de él, cobijándose en la bandera liberal. Nancy daba un repaso de los cambios que trajo la revolución: “La abolición del concertaje. El ingreso de la mujer a la administración pública. La defensa de la soberanía del país ante la agresión peruana en 1910. La construcción de la obra pública más importante en la primera mitad del siglo XX, el ferrocarril Guayaquil-Quito”, entre otros.
Nancy, con su elocuencia, nos trasladaba a los días cuando tomaron prisioneros a los Alfaro hasta culminar con un crimen macabro que ni siquiera se da en las tribus más salvajes. Ella siempre sostenía que la obra de Alfaro había quedado inconclusa, que los ecuatorianos no podíamos resignarnos a la pobreza originada por la corrupción en los diferentes estamentos del Estado, durante la oscura noche neoliberal, cuando saquearon nuestra sufrida nación. Esta fundación resucitó la canción “Patria, tierra sagrada” que la interpretaba siempre la banda de música del Ejército y la cantábamos con unción mirando siempre la imagen de Alfaro, nuestro héroe criollo. Queda claro que fue este grupo de patriotas el que resucitó al “General de las cien derrotas”. Después, con el transcurrir del tiempo, fue tomado como símbolo de la Revolución Ciudadana.
Tuve la suerte de ser compañero de Nancy cuando ocupó la Subgerencia de Difusión Cultural del Banco Central del Ecuador, Region 2 (1988-1994). Con un exiguo presupuesto de pocos millones de sucres devaluados se realizaban más de trescientos actos artísticos por año en todas sus manifestaciones del arte. Nunca antes Guayaquil tuvo una política cultural de movilización de la cultura para los menos favorecidos. En el inicio del primer período de gobierno del presidente Correa, Nancy fue designada Subsecretaria de Trabajo, cargo desempeñado con honestidad, ética y justicia.
Nancy de Ramsey ahora lucha contra un cáncer. Pero con coraje enfrenta los embates de esta enfermedad. En su editorial aparecido en este diario el martes 25 de junio de 2013, con el título “Solca, la esperanza”, manifiesta: “Un día cualquiera, podemos amanecer con signos de serios quebrantos de salud”.
El Gobierno, a través del señor Presidente de la República, debe llegar con el apoyo que necesita Nancy. No me refiero a esos diplomas que sirven para decorar paredes. Mi solicitud es imperativa porque mañana puede ser tarde.
Ab. Marcos Medina Ron
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