Acreditación de la Universidad de Guayaquil a la categoría B
20 de septiembre de 2016Los politiqueros que se enquistaron en los puestos del alma mater porteña más tiempo que el reglamentario, los profesores que iban a trabajar de repente en el verano y cobraban sueldos, los alumnos que concurrían solo a dar exámenes parciales y exigían ser promovidos… no están de acuerdo con la intervención académica, pero era necesaria y legal porque habían convertido la autonomía en libertinaje.
Muchas cosas han mejorado con la intervención: gratuidad y no explotación como antes, hay denuncias penales contra exdecanos; existen ahora más profesores con PhD o maestría; más profesores a tiempo completo; más profesores titulares; obras materiales en algunas facultades; mayor responsabilidad en docentes y estudiantes en cumplir sus obligaciones; concursos de merecimientos… sin embargo, los politicastros de siempre, a los que se les acabó la teta, siempre lanzan sus dardos por conveniencia.
Claro está que en tres años los interventores académicos han tenido dificultades para componer la descomposición administrativa, económica, pedagógica en que se debatía nuestra querida universidad. Claro está que falta por hacer porque nada es perfecto, ni los mismos criticastros, que fungen de sabelotodos ilustrados, a quienes había que derrotar con verdad y trabajo.
Existe un informe preliminar favorable para ascender a la categoría B por parte del Consejo de Educación Superior y, en diciembre, el Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior emitirá un informe final, que esperamos, como exalumnos y exmaestros de la Universidad de Guayaquil, que nos formó profesionalmente, sea favorable. Entonces, sin intervención, tendrá la oportunidad de autogobernarse. (O)
Lic. César Burgos Flor