Tuve un accidente en moto, yendo a mi domicilio a almorzar. Pasaba por la avenida del santuario de Schoenstatt, era una circunvalación donde había un tráiler. Nunca me percaté de que el tráiler iba a virar, por eso, al ser un vehículo muy grande, me enganchó y quedé debajo, siendo arrastrado con moto y todo 15 metros.

Me quebré el brazo, tuve una quemadura por fricción contra el asfalto, me desgarré la piel y la carne de la espalda y abdomen, se me veían las tripas. Llegué al Hospital Los Ceibos del IESS, donde me cerraron la herida, me reconstruyeron el hueso y los tendones que estaban dañados y me pusieron injertos de piel.

Estuve internado un mes y mi recuperación duró cinco meses. Físicamente estoy el 70% recuperado, actualmente, me tratan las cicatrices. La atención en el Hospital Los Ceibos ha sido buena, el área de quemados es aséptica, bien equipada y tienen mucho control para aplicar las curaciones. Es un dolor terrible, es incomparable, estuve grave, por lo que agradezco al  equipo de la doctora Ingerborg Robby del Hospital Los Ceibos del IESS, a los cirujanos, enfermeras y auxiliares que me curaron, les debo mi vida.

Cabe recalcar que aunque nadie sale a la calle con la intención de matar, los accidentes ocurren, por eso es importante que las autoridades señalicen, con base a estudios de tráfico, las avenidas. Perdí un juicio contra el dueño del tráiler porque alegó que no había ninguna señal de prohibición para vehículos pesados en esa zona.

Por lo tanto, pido a las autoridades recorrer cada rincón de la ciudad y observar. Luego señalizar donde sea necesario para de ese modo salvaguardar la seguridad de los ciudadanos, pues estuve entre la vida y la muerte por la falta de señales viales. (O)

Christian Wellington Veas Marín