El magisterio se constituye en la profesión de las profesiones; el que sabe, poco o mucho, todo ello se lo debe a su maestro. Por supuesto, quienes han triunfado lo han hecho porque han tenido en la vida estudiantil maestros destacados que han sido motivo de inspiración para superarse y llegar a espacios muy importantes.
Nuestro título tiene diversidades de denominaciones, la real es “maestro”, que se deriva de la maestría de Jesús, hijo de Dios, y con mucho honor la sociedad nos reconoce como “maestros”. En muchos países se han solucionado toda clase de problemas porque han invertido en educación; el desarrollo del pensamiento que no tenemos debe ser adquirido en las diversas formas, inclusive comprándole, aunque se escuche mal, especialmente lo demuestran los sectores estratégicos de Asia, que se convirtieron en países desarrollados, como por ejemplo China, Japón, Singapur, entre otros.
A pesar del esfuerzo que realiza el noble educador tenemos que aceptar que el sistema educativo está en crisis. Si antes era malo, ahora está peor, y el culpable no es nada más, ni nada menos que el prepotente Rafael Correa, quien excluyó de la malla curricular asignaturas fundamentales: Cívica y Ética, dejando atrás otras asignaturas que pudieron ser incluidas y todavía hay tiempo, como son “Relaciones Humanas, valores, democracia, Derecho Constitucional, Educación sexual afectiva, entre otras”.
Los profesores también debemos realizar cambios fundamentales en el desarrollo del pensamiento. Un grupo de colegas vinculados al “colegio de Educadores del Ecuador” consideramos que si queremos sacar adelante a nuestro país el principal camino es que se imparta una educación de calidad. También hemos pensado reunirnos para discutir los problemas que tienen la educación, los educadores y los educandos. (O)
Lic. Ricardo Ordóñez Jaramillo