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El Telégrafo

¿A quién sirve el ‘paro nacional’?

27 de agosto de 2015

A fines de los años 90, rompiendo el ‘corral de la dependencia’ impuesto por el régimen imperial capitalista, la Venezuela del presidente Chávez, la Bolivia de Evo Morales, el Uruguay con Tabaré Vázquez, etc., etc., y Ecuador, en 2007, con el gobierno del presidente Correa, América Latina amplía el proceso de su liberación iniciado con Cuba e intentado luego por el Chile de Allende. Esas decisiones no gustaron al Gobierno de Estados Unidos de América ni a las clases dominantes de tales países ni a sus ‘congéneres’ de otras latitudes del continente, pues rompían el viejo estatus de rígida dependencia política respecto del ‘coloso del norte’. Es cierto que el presidente Correa se negó a compartir el Gobierno con los dirigentes de la Conaie, de la UNE y la política universitaria, con dirigentes de los movimientos sociales de la ciudad y el campo y con sectores conocidos.

Las posiciones de dignidad nacional y soberanía política asumidas por el presidente Correa, sin ser completas, fueron entusiasmantes, alarmaron al imperio y ‘espantaron’ a la vieja y rancia derecha nacional y latinoamericana que encontró en ello similitud con la Revolución Bolivariana de Chávez, la Revolución de Evo Moral en Bolivia, y sus relaciones fraternas con Cuba, Nicaragua, Uruguay, Chile. Correa desechó al FMI como asesor económico de su gobierno, recuperó la base militar de Manta echando a los norteamericanos, echó a una embajadora por ‘metiche’, redujo posteriormente las decenas de ‘asesores militares’ de la embajada de EE.UU. a unos pocos efectivos. Obligó a las poderosas empresas petroleras, ahijadas del Gobierno norteamericano, a renegociar los contratos petroleros revirtiendo los porcentajes de aprovechamiento del crudo, es decir, el 20% para ellos y el 80% para el país. Con esos recursos, el Presidente financió y modernizó vialidad en todo el país contribuyendo, reduciendo las distancias entre los pueblos y regiones del país; con esos recursos construyó, amplió y modernizó la infraestructura civil y tecnológica de la salud, la educación y propició un alto financiamiento de los gobiernos seccionales.

Correa abrió decididamente una política de acercamiento a otros países del mundo que nos estuvo vedada durante la hegemónica geopolítica estadounidense; nos acercamos a Irán, China, Rusia, etc., con base en intereses económicos recíprocos, en igualdad de condiciones y mutuo respeto; incrementó los negocios y políticas de solidaridad con diversos países del orbe que no eran ni son de la satisfacción de Estados Unidos de América y repudió en todo momento la ‘economía’ neoliberal e injerencia neocolonial. En lugar de concurrir a la OEA, al TIAR o a la CAN,’ su gobierno se acercó a Venezuela, Bolivia, Argentina, Uruguay, Nicaragua, y con ellos impulsa la Celac, Unasur, el Banco del Sur, a fin de constituir un bloque económico político multinacional, el sexto en importancia en el mundo, capaz de hacer valer en el ámbito internacional sus propias aspiraciones, y contar en su interior con instancias propias de protección y solidaridad, propiciando, además, una corriente internacional de repudio a los tratados de protección recíproca de inversiones y sus tribunales de mediación y arbitraje internacional.

Las clases dominantes ecuatorianas pusieron el grito en el cielo porque, según ellos, tales decisiones debilitaban las relaciones económicas, políticas y diplomáticas con la primera potencia mundial, EE.UU., país al que, en forma sumisa y zalamera, acostumbradas a contentarse con los huesos que caen del mantel con la consiguiente ruina de la patria, denominan ‘nuestro mayor socio comercial’. Sin perjuicio de mencionar ulteriormente otros aspectos de la política de cambios importantes asumidos por este Gobierno, que han afectado profundamente la geopolítica norteamericana y a sus ‘mayordomos y hortelanos’ criollos dentro del país. ¿Es contra él que los ‘indios’, gremialistas e ‘izquierdistas’, en extremo fanfarrones, apoyados empeñosamente por el ‘enemigo de clase’, implementan la ‘marcha nacional’, el ‘paro nacional’, el ‘levantamiento’ indígena?

Rómulo Salazar Ochoa

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