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Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Promover un envejecimiento de calidad es responsabilidad de todos

Las personas adultas mayores, un repositorio de experiencia y sabiduría

Los abuelos pueden ser buenos mentores, maestros, consejeros y guías, porque desarrollan un tipo de autoridad diferente.
Los abuelos pueden ser buenos mentores, maestros, consejeros y guías, porque desarrollan un tipo de autoridad diferente.
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Por primera vez en la historia, el 80% de la población mundial puede aspirar a vivir hasta los 60 años y, de ese grupo, casi el 40% vivirá hasta los 80 años. Tan solo en los países de nuestro hemisferio, en los últimos 25 años la esperanza de vida se ha incrementado en 17 años.

Estas cifras son reveladoras especialmente para Ecuador, donde la edad promedio es de 28 años. Es razonable creer que la mayoría de la joven población del país nunca ha pensado cómo quiere que sea su vejez. En Ecuador, cuando cumples 65 llegas legalmente a la tercera edad. No obstante, dependerá de la persona sentirse joven o viejo. Es muy probable que al cumplir 65 ya sea abuelo, abuela y seguramente vea el mundo con otros ojos. Su experiencia le habrá hecho más sabio.

Recordemos que, “más sabe el diablo por viejo que por diablo”. Del mismo modo, es posible que tenga mucha energía reservada y la pueda usar para compartir, enseñar y aprender. En nuestros días esto es más cierto que nunca. En los países que, como Ecuador, han mejorado visiblemente los estándares de vida, la mayoría de las personas entre 60 y 70 años todavía se mantienen saludables y activas. Si logran llegar a esa edad, tendrán la oportunidad de fomentar su bienestar así como el de los demás. Entonces estará gozando del buen vivir.

La edad no lo es todo. Es difícil agrupar a todas las personas en una categoría que va desde los 65 años hasta el fin de la vida. Para diseñar servicios y actividades más adecuadas para cada individuo, se tiende a agrupar a los adultos mayores en tres categorías: adultos mayores jóvenes, quienes tienen de 65 a 74 años; los viejos, de 75 a 84 años; y los longevos, que tienen más de 85 años.

Además, se utilizan algunos criterios para describir a una persona adulta mayor. El primer criterio es biológico-funcional, esto quiere decir que una persona puede envejecer por decaimientos en su salud que no tienen que ver con la edad. También hay envejecimiento social y sicológico. Esto ocurre, por ejemplo, cuando las personas se jubilan o se convierten en abuelos. Finalmente, se envejece con el paso de los años, pese a que una avanzada edad no siempre determina un decaimiento de salud y capacidades.

Con el objetivo de asegurar el bienestar de nuestros abuelos y de nosotros cuando seamos abuelos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha propuesto fomentar el envejecimiento activo, que consiste en implementar una serie de medidas para que los adultos mayores puedan seguir contribuyendo con su vida, gozando de buena salud y de seguridad en adecuadas condiciones sociales y económicas durante el proceso de envejecimiento. Esto permitirá que la sociedad se beneficie de la experiencia de los viejos sabios y especialmente que muchas generaciones de nietos puedan disfrutar mejor de sus abuelos. Sin duda eso es una bendición. Los padres de sus padres juegan a cosas que no se enchufan a la corriente eléctrica, cuidan, cuentan historias y abrazan en una forma especial y cómplice. Bien dicen que no hay amor como el de los abuelos.

Pese a ello, en nuestro estilo de vida “moderno” -en el que el conocimiento se vuelve obsoleto rápidamente y el consumismo trata de que compremos cosas nuevas para reemplazar las que funcionan perfectamente-, parecería que no prestamos la debida atención a los adultos mayores. Desde siempre y en todas las sociedades los abuelos han tenido un papel importante en el cuidado de sus nietos. Los abuelos tienen la capacidad de transmitir a los jóvenes el conocimiento generacional de sus raíces y pueden mantener con sus nietos relaciones de autoridad más distendidas. Esto hace que los abuelos puedan ser buenos mentores, maestros, consejeros y guías.

Se afirma que, dependiendo de su trabajo, una persona estará en la cúspide de su habilidad en diferentes edades. Un futbolista generalmente estará en la cima a sus 20 años, un programador informático a los 30 y un médico probablemente a los 50. Esto también es verdad para los abuelos. Ellos lo hacen mejor al ser viejos. Cuesta imaginar el amor de un abuelo sin que antes haya entregado el amor de padre.

En nuestro país, con el propósito de evaluar el estado de salud de las personas adultas de 60 o más años, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) han ejecutado la Encuesta sobre Salud, Bienestar y Envejecimiento (SABE). Sus conclusiones revelan que lejos de ocupar su rol tradicional, las personas adultas mayores viven en situaciones muy variadas.

El estudio arroja que una proporción importante de estas personas viven solas. La encuesta además revela que muy frecuentemente estas personas tratan de ayudar económicamente a sus hijos entregándoles sus recursos, ahorros y pensiones. Al no vivir con su familia, las enfermedades y las limitaciones propias de la edad les hacen sentir inútiles. Es posible que cuando un adulto mayor se traslada a vivir al domicilio de alguno de sus hijos lleve consigo las dificultades propias de su edad. Pero, lo más probable es que sin el apoyo de su familia su calidad de vida disminuya enormemente.

Los adultos mayores en general enfrentan vulnerabilidad física, emocional y social. Para combatir esto, el MIES ha desarrollado la Agenda de Igualdad para Adultos Mayores que en articulación con el Plan Nacional del Buen Vivir conforman los lineamientos de la política estatal orientada a garantizar a los adultos mayores una vida con dignidad.

La colaboración de todos para garantizar esa dignidad es clave. En 1955 la esperanza de vida en Ecuador era de 48 años. En contraste, hoy en día, la esperanza de vida es mayor a los 75 años.
Envejecer bien es el ideal de todos, pero una vejez positiva solamente puede ser garantizada por el conjunto de la sociedad. Esta es la mejor forma para hacer que los años que añadimos a nuestra vida puedan ser vividos con la mayor y mejor intensidad. (I)

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