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El ser humano vive en una constante búsqueda de lograr y mantener la felicidad

La práctica de la gratitud mejora el sistema inmunológico

Los sentimientos de gratitud y el compartir risas con los amigos no solo ayuda a mejorar el ánimo, sino que también estabiliza la presión sanguínea. Foto: Cortesía Ministerio de Inclusión Social
Los sentimientos de gratitud y el compartir risas con los amigos no solo ayuda a mejorar el ánimo, sino que también estabiliza la presión sanguínea. Foto: Cortesía Ministerio de Inclusión Social
04 de octubre de 2015 - 00:00 - Secretaría del Buen Vivir

El ser humano tiene una necesidad innata de buscar su bienestar, ¿o acaso salimos de casa pensando “hoy pelearé con el conductor del bus”? ¿Será que al levantarnos en la mañana pensamos “hoy quiero ser infeliz”? Todo lo contrario; tomemos un segundo para evaluar nuestra motivación para ir a trabajar o para salir a buscar un trabajo. Para muchos, la respuesta será algo similar a “yo trabajo porque tengo que alimentar a mis hijos”, “yo trabajo porque con un sueldo no nos alcanza en casa”. Las respuestas pueden variar, pero tienen algo en común: la necesidad de evitar algún tipo de sufrimiento, como el hambre, la falta de vivienda o la falta de educación para nuestros hijos. El ser humano vive en una constante búsqueda por alcanzar, mantener o mejorar su bienestar.

En este arduo camino en el que la psicología puede ofrecer una hoja de ruta y desempeñar un papel importante en la vida real. Quizá hay quien pueda pensar: “pero yo no estoy loco”, “yo no necesito de la psicología”. Es entendible esta primera reacción, ya que la psicología por varias décadas se enfocó en las enfermedades mentales y en cómo curarlas.

Cuando pensamos en un psicólogo, lo primero que viene a nuestra mente es enfermedad y psicoterapia. Existe una rama de la psicología enfocada en examinar las características positivas de nuestra naturaleza, es decir, nuestras fortalezas y virtudes, las mismas que nos permiten florecer a nivel individual y colectivo.

Es por esto que la psicología positiva no solo nos permite alcanzar nuestro bienestar, también nos permite articular acciones que nos encaminen al Buen Vivir.  Esta rama abarca el estudio científico de los aspectos que hacen que nuestras vidas valgan la pena ser vividas, preocupándose por construir características positivas que garanticen una vida en plenitud.

El Dr. Martin Seligman, considerado el creador de la psicología positiva y director del Centro de Psicología Positiva en la Universidad de Pensilvania, indica que los ámbitos centrales de esta rama son: las emociones positivas, los atributos positivos del individuo y las instituciones positivas. Los tres ámbitos están vinculados con la felicidad. Es importante tomar en cuenta que, como indica Seligman, la felicidad es un término que en el trabajo científico ha sido difícil de manejar: su definición más común es “estado de bienestar” o “placentera experiencia”.  

Para Seligman, el término emociones positivas engloba la investigación de nuestra satisfacción con el pasado, la felicidad en el presente y la esperanza del futuro, mientras que al estudiar los atributos positivos de una persona el enfoque está concentrado en sus fortalezas y virtudes, tales como la capacidad para el amor y el trabajo, la compasión, la resiliencia, la creatividad, la integridad, el autoconocimiento, el autocontrol y la sabiduría.

El estudio de las instituciones positivas está relacionado con la investigación de las fortalezas que fomentan mejores comunidades, así como su significado y propósito. Entre estas fortalezas tenemos la justicia, la responsabilidad, el civismo, la paternidad, la ética de trabajo, el liderazgo, el trabajo en equipo, el propósito y la tolerancia.

Todo esto nos lo dice el mundo académico. Ahora bien, la pregunta es: ¿Cómo me puede ayudar la psicología positiva en la cotidianidad de mis días? Entre los mayores beneficios de las investigaciones realizadas en este campo de la ciencia se observaron claramente algunos resultados favorables entre quienes participaron en dichas experiencias: 1) el aumento de la creatividad, 2) el mejoramiento del desempeño académico, y 3) la rapidez en recuperarnos cuando enfrentamos adversidades.

Y es que las emociones positivas, entre ellas el sentimiento de gratitud, el compartir risas con amigos o seres queridos o la inspiración que nos dan grandes líderes cambian los límites de nuestras mentes y corazones. Así lo afirma la Dra. Bárbara Fredrickson, de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill.

Para comprender cómo trabajan estas emociones es necesario compararnos con las flores. Todos sabemos que para poder apreciar la belleza de nuestros jardines tenemos que esperar a que el calor del Sol tope los pétalos de las flores, ellas se abren poco a poco y solo entonces podemos apreciar sus colores. Nuestras mentes y corazones florecen cuando vivimos al calor de las emociones positivas.

Fredrickson indica que romper las barreras de nuestras mentes y corazones también hace que podamos relacionar nuestra humanidad con la de los que nos rodean. En otras palabras, somos capaces de ver más allá de nuestras diferencias  y apreciar al individuo como ser único. Este cambio en nosotros trasciende los beneficios que podamos recibir como individuos, ya que tiene el potencial de mejorar nuestra relación con la comunidad.

De la misma manera, se ha demostrado que la gratitud, o el estado de estar agradecidos, beneficia nuestra salud física. El Dr. Robert Emmons, de la Universidad de California, junto a sus colegas han encontrado que la práctica de la gratitud tiene los siguientes beneficios: mejora el sistema inmunológico, estabiliza la presión sanguínea y aumenta el tiempo de sueño, lo cual genera una sensación de mayor descanso al despertar.

Esto se debe a que la gratitud, según Emmons, es  la afirmación de la bondad y a que las fuentes de esta bondad son reconocidas como provenientes de fuera de la persona. Esto permite aceptar que el bienestar proviene de un ser supremo a quien le preocupamos o de las personas del pasado, responsables de ayudarnos de una u otra manera a estar bien en el presente. Sin importar a quién atribuimos nuestro bienestar, el estar agradecido por lo que tenemos hace que seamos conscientes de lo que nos rodea. De esa manera, según Emmons, aprendemos a celebrar nuestras vidas.

La gratitud también nos permite sentirnos útiles, generosos y solidarios; nos ayuda a perdonar, a sentirnos menos solos y nos vuelve más optimistas y felices.

Lo anterior nos conecta con los demás de una manera armoniosa, haciendo posible la transición hacia la sociedad del Buen Vivir. La psicología positiva ha cumplido su función: ofrecer nuevos conocimientos. Está en nuestras manos la aplicación de este conocimiento y la transformación de nuestros comportamientos. (I)

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