Antes de Assange, un “solo” hacker puso en apuros a los EE.UU.
A Gary McKinnon se lo conoce como “Solo”, un hacker británico que ingresó en el sistema informático militar estadounidense. El desempleado de 46 años y con síndrome de Asperger (tipo de autismo) fue acusado de infiltrarse ilegalmente a 97 computadoras del Gobierno de EE.UU., eso incluyó al Ejército y la Marina, la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA), el Departamento de Defensa y las FF.AA, durante 2001 y 2002.
A pesar de ser capturado en 2002 y admitir que en 1997 había intervenido los sistemas de las Fuerzas Armadas norteamericanas y de la NASA, es desde junio de 2006 que McKinnon se mantiene defendiéndose de una posible extradición desde Reino Unido a EE.UU y en 2007 envió un pedido al Tribunal Superior de Londres para ser absuelto de ser trasladado a Estados Unidos, donde aparte de recibir una condena de cerca de 70 años podría ser enviado a la base de Guantánamo, en Cuba.
Durante los últimos diez años, McKinnon ha luchado para evitar los 60 o 70 años que le esperarían en la cárcel estadounidense, más el pago de una indemnización de dos millones de dólares por intrusión informática desde febrero de 2001 hasta marzo de 2002. En junio de 2008 se apeló a la decisión de ser extraditado.
Pero recién el pasado martes 16 de octubre fue contestada su apelación por Theresa May, ministra británica del Interior, quien anunció que McKinnon no sería extraditado. La decisión se basó en exámenes médicos que le realizaron y donde se confirmó el diagnóstico de que padece Asperger, una variedad de autismo y por el cual temían que, bajo efecto del estrés, pudiera suicidarse.
Cuando se indagó el motivo por el que McKinnon se metió en las redes militares de EE.UU., el hacker admitió haber ingresado con la única intención de encontrar información sobre ovnis y proyectos militares del Gobierno norteamericano.
Para lograrlo, creó un programa de computación sencillo que sirviera para buscar contraseñas que tuvieran cero caracteres. Él confesó haber encontrado, en las redes militares, computadoras que aún no tenían sus claves en funcionamiento. Asimismo, Gary cuestionó en varias ocasiones que se lo tildara de terrorista por haber entrado ilegalmente a los sistemas del Ejército.
Según datos proporcionados por el Gobierno de EE.UU., los costes de seguimiento y corrección de los problemas que generó el hacker y por lo que es acusado rondan los 700.000 dólares estadounidenses.
Hace aproximadamente seis años el Tribunal Supremo británico falló en contra de McKinnon y dio autorización para que pueda ser extraditado a EE.UU. Su abogado presentó una apelación ante la Cámara de los Lores, última instancia judicial en Reino Unido, ellos presentaron su conclusión y consintieron la extradición. En aquel momento el Gobierno norteamericano calificó el caso de McKinnon como “el mayor ataque militar cibernético de su historia”, por lo que propuso invocar a la ley antiterrorista para procesarlo, eso hubiera enviado al hacker a prisión de por vida.
Una vez que McKinnon fue arrestado por romper la “Ley de uso indebido de computadores” por la Unidad de Delitos Tecnológicos británica en 2002 y después en el mismo año, fue inculpado por el Gobierno de EE.UU.
Permaneció en libertad condicional y durante ese tiempo debió presentarse en las oficinas policiales cada tarde y regresar a casa cada noche. Además, se le prohibió el uso de una computadora con acceso a Internet. No ha habido desarrollos posteriores en relación a los cargos por los que se le acusa en el Reino Unido, pero los Estados Unidos comenzaron en 2005 los trámites formales para su extradición.
Actualmente, con el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, está sucediendo lo mismo, con la diferencia de que el Gobierno británico no quiere otorgar el salvoconducto al australiano y más bien está a favor de extraditarlo a Suecia, donde no se ha garantizado si tendrá o no un juicio justo.