La figura del diputado surge como una alternativa en un país que sufre desde hace meses una grave crisis institucional
El ultraderechista Jair Bolsonaro gana terreno de cara a las elecciones de Brasil
Sao Paulo.-
Jair Bolsonaro, el político radical de derechas de Brasil que se proyecta como candidato presidencial en las elecciones del año próximo, fue condenado a pagar una multa por haber realizado comentarios racistas durante un evento político.
El fallo, que fue emitido la semana anterior, pero publicado este martes, sentenció a Bolsonaro, diputado nacional y miembro del derechista Partido Social Cristiano (PSC), a pagar una multa de 50.000 reales (algo más de $ 16.000) por los comentarios de índole racista que el político realizó sobre afrodescendientes durante un evento en el club Hebraica de Río de Janeiro.
En aquella oportunidad, Bolsonaro, de 62 años, afirmó ante una platea de empresarios, luego de haber visitado una reserva de descendientes de esclavos (que en Brasil se llaman ‘quilombolas’) que “los afrodescendientes no hacen nada, creo que ni como reproductores sirven más”, entre otros comentarios despectivos.
La jueza Frana Elizabeth Mendes, de la Justicia Federal de Río, aceptó la acusación de la Fiscalía contra el polémico político, quien se defendió argumentando que, como diputado, goza de fuero parlamentario y que estaba amparado por su derecho de ejercer la libertad de expresión.
En su sentencia, la magistrada expresó que el “reo profirió palabras ofensivas y de falta de respeto, que pueden causar daño moral”; agregó que Bolsonaro como “parlamentario y siendo una persona de altísimo conocimiento público, tiene el deber de asumir una postura de más respeto para con los ciudadanos y grupos que representa”.
Esta es la segunda vez que Bolsonaro, calificado como el ‘Donald Trump brasileño’ por su populismo de derechas, es condenado a pagar una indemnización por daño moral debido a comentarios ofensivos.
En agosto, el político fue sentenciado a pagarle 10.000 reales ($ 3.150) a la diputada María do Rosário, del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), por haberle dicho que “no merecía ser violada porque es muy fea”.
Do Rosário calificó la sentencia como “una victoria para todas las mujeres brasileñas”, según la citó Globo.
Afecto a declaraciones provocadoras y exabruptos, Bolsonaro suele ser tildado de racista, homofóbico y misógino. En 2016 votó por la destitución de la presidenta Dilma Rousseff (izquierda), dedicando su voto al coronel que la había torturado durante la dictadura militar (1964-1985).
Tiene 2,2 millones de seguidores más que Lula da Silva
Sin embargo, Bolsonaro, que tampoco se priva en público de hacer comentarios machistas y homofóbicos, goza de gran popularidad en Brasil, ya que una encuesta publicada el domingo sobre intención de voto para presidente lo colocó en el segundo lugar de preferencia del electorado.
Con una oferta de propuestas que incluye el derecho al porte de armas, se abre paso entre un electorado hastiado de los escándalos políticos y de la violencia. En las encuestas solo es superado por el expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) y está prácticamente empatado con la dirigente ecologista Marina Silva.
Según los sondeos, el exmandatario tiene 32,4% de intención de votos; le sigue el ultraderechista con el 19,8% y la ecologista, con 12,1%. El resto de los postulantes no pasaría de un dígito.
Su popularidad se refleja en los 4,5 millones de ‘me gusta’ de su cuenta en Facebook, frente a 2,3 millones de menciones similares en la cuenta de Lula. “Vivimos en el país de la corrupción (...). Está en juego el futuro de Brasil”, afirmó el polémico político.
Bolsonaro se imaginó a sí mismo como “un presidente honesto, patriota, que piensa en verde y amarillo (colores de la bandera nacional) y que tiene a Jesús en su corazón”.
“Está fuera de la élite política tradicional, pero domina el arte de hacer llegar su mensaje a la gente”, dijo el analista político David Fleischer, de la Universidad de Brasilia.
Sus comentarios ultrajantes alternan con una tonalidad amena y relajada en los contactos con sus electores, añade el experto.
Pese a la incredulidad que causa su ascenso en el propio Congreso, Bolsonaro fue el legislador más votado en su estado en 2014. Y desde entonces su figura solo ha crecido en una sociedad hastiada de la corrupción y de las crisis económicas.
Una de sus principales armas de marketing político es presentarse como una de las pocas figuras nacionales que no ha sido enlodado por la gigantesca trama de corrupción en Petrobras que reveló la Operación Lava Jato. Una lista que incluye al propio Lula, al actual mandatario Michel Temer y a decenas de legisladores con mandato vigente.
Falta más de un año para las próximas elecciones, y mucha agua ha de correr aún bajo los puentes de este atormentado Brasil, que sale a duras penas de la peor recesión de su historia.
Lula y Bolsonaro pueden liderar las intenciones de voto actualmente, pero tienen también altos índices de rechazo, lo cual demuestra que hay un espacio importante para ser conquistado por un candidato centrista.
Debido a los constantes escándalos de corrupción, Brasil sufre desde hace meses una grave crisis institucional y un descrédito general de la clase política. (I)