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El Telégrafo

9 de Octubre, “Guayaquil por la Patria”

9 de Octubre, “Guayaquil por la Patria”
El Telégrafo
11 de octubre de 2020 - 00:00 - Kléver Antonio Bravo

La revolución del 10 de Agosto de 1809, los 78 días de gobierno de la Suprema Junta, la masacre del 2 de agosto de 1810 y los siete combates que persistieron la independencia hasta 1812, fueron gestas que iluminaron la libertad latinoamericana; sin embargo, las circunstancias de la época no fueron favorables para consolidar la tan ansiada independencia. Pasados ocho años de un aparente silencio, Guayaquil cambió la historia de la Real Audiencia de Quito con los hechos del lunes 9 de Octubre de 1820.

A los 200 años de este episodio, merecido es recordar los hechos de aquel honroso día:

Con el triunfo de San Martín en Maipú, Chile-1818; Pezuela, virrey del Perú, solicitó apoyo militar al virrey de Nueva Granada, quien envió a Lima al batallón realista Numancia. Formaban parte de sus filas el mayor Miguel Letamendi y los capitanes León Febres Cordero y Luis Urdaneta, oficiales venezolanos que fueron expulsados bajo sospecha de estar del lado patriota. A su paso por Guayaquil, a fines de septiembre, tomaron contacto con el guayaquileño José de Antepara y Arenaza, teniendo como nexo la idea de libertad. En aquel entonces, guarnecía en Guayaquil una tropa realista compuesta por cerca de 1.500 soldados de los siguientes repartos: el batallón Granaderos de Reserva, el escuadrón de caballería Daule, la brigada de artillería, el puesto militar Fortín de La Planchada, la batería de Las Cruces y siete lanchas cañoneras.

El 1 de octubre hubo una fiesta en casa de José de Villamil, con motivo de “celebrar” su nombramiento de procurador general. A esta reunión asistieron José de Antepara, Francisco de Paula y Lavayen, Diego Noboa, Francisco Roca, Vicente R. Roca, Lorenzo de Garaicoa, Manuel de J. Fajardo, Antonio de Elizalde, los tres oficiales venezolanos y otros. Por su vinculación con la Masonería,  Antepara llamó a esta reunión como la Fragua de Vulcano, pues allí se concretó la toma de los cuarteles y por ende, la independencia de Guayaquil.

Conforme buscaban al líder de este movimiento independentista, los próceres empezaron a conspirar con algunos oficiales de los repartos militares, siendo los primeros: el teniente coronel Gregorio de Escobedo, el capitán Nájera y el teniente Álvarez. Las propuestas para la jefatura hechas a José Joaquín de Olmedo, coronel Jacinto Bejarano, José Carbo y al teniente coronel Rafael de la Cruz Ximena, no fueron aceptadas, por lo que resolvieron actuar en grupo.

En una segunda reunión en casa de Villamil, el domingo 8 de octubre, decidieron poner manos a la obra con la toma de los cuarteles. Iniciaron a las ocho de la noche de ese día con la brigada de artillería, al mando de Febres Cordero, y dos horas más tarde se tomaron el batallón Granaderos de Reserva. A las dos de la madrugada del 9 de Octubre, los patriotas apresaron al comandante español Benito García del Barrio, mientras que Antepara y Urdaneta, al mando de 35 hombres, asaltaron el escuadrón Daule donde murió en la refriega el comandante español Magallar, líder de la defensa. Vale mencionar que en esta operación participó el joven Abdón Calderón y Garaicoa como soldado voluntario. A las cuatro de la mañana fue tomado y el Fortín de La Planchada, a cargo del teniente Álvarez; y, la batería de Las Cruces, al mando de Francisco de Paula y Lavayen. Simultáneamente a estos hechos, los patriotas apresaban al gobernador Pascual Vivero, al fraile realista Pedro Querejasú y a Joaquín Villalba, capitán de puerto.

Con la consigna de “Guayaquil por la Patria”, los próceres y el pueblo guayaquileño ratificaron la independencia en una reunión de cabildo. Allí nombraron un gobierno provisorio encabezado por José Joaquín de Olmedo, acompañado de Ximena y Roca, y a Escobedo como jefe militar de la plaza, quien días más tarde sería reemplazado por el coronel Juan de Araujo.

Para el reconocimiento oficial de Guayaquil independiente, Olmedo envió tres comisiones que difundan este hecho: Diego Noboa fue destinado a Manabí y a los otros poblados de la Provincia Libre de Guayaquil; Lavayen fue al encuentro con Bolívar, que se encontraba en Bogotá y Villamil al sur, al encuentro con San Martín. Así, el 9 de Octubre abrió el camino para la independencia definitiva de los otros pueblos de la Real Audiencia de Quito. (O)    

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