Pablo Santos, pionero del salto base
La adrenalina que sintió en el Campeonato Nacional de Motociclismo encendió la búsqueda de más de esta sensación por parte del ecuatoriano Pablo Santos, quien tras la cancelación del torneo de motos se lanzó, literalmente, a la práctica del salto base.
La disciplina tiene su origen en el paracaidismo, pero su ejecución es diferente. Consiste en saltar al vacío desde objetos fijos, como puentes, edificios, antenas y montañas de poca altura (entre 90 y 1.000 m) para aterrizar mediante el uso de un paracaídas un poco más pequeño que el tradicional.
Ante la suspensión del Campeonato Nacional de Motociclismo de Velocidad, en 2015, el saltador quiteño de 35 años quiso cumplir con su sueño de volar, que tenía desde muy pequeño. “Entonces tuve la necesidad de buscar un deporte que asimismo me transmita esa misma adrenalina y encontré el salto base”, manifestó a diario EL TELÉGRAFO.
Para convertirse en pionero en esta disciplina en Ecuador, el también ingeniero comercial empezó a investigar cómo podía hacerlo y todos los caminos lo condujeron al paracaidismo, tener más de 200 saltos desde un avión en solitario, con lo que lograría ser aceptado por una academia de salto base e iniciarse profesionalmente en este deporte.
Luego de tres años de preparación, en los que cumplió con 350 saltos en paracaídas, desde julio de 2018 fue aceptado en una academia en Estados Unidos, que enseña esta modalidad, y comenzó a botarse desde 90, 100 o hasta 1.000 metros, que son las alturas calificadas.
“Mucha gente cree que estamos locos al realizar esta actividad, pero más bien estamos muy cuerdos, porque para ejecutar estos saltos debemos estar bastante enfocados, concentrados y dedicados, por los riesgos que atañe”, sostuvo Santos, quien calificó al deporte como el más extremo a nivel mundial, por la complejidad de los saltos y la poca distancia entre el cielo y el suelo.
En las competencias, los jueces califican la precisión del aterrizaje, la posición del cuerpo en la salida y el momento de abrir el paracaídas. “Sin embargo, muchos de los eventos no son para ser el primero, el segundo o el tercero, sino que el hecho de participar ya te hace un ganador”, dijo el quiteño.
Además de ser el pionero en el país, Santos, que trabaja en bienes raíces fuera del deporte, comentó que es uno de los pocos saltadores de base a escala planetaria. “Me atrevería a decir que el 7% de la población mundial practica este deporte y soy uno de esos privilegiados”.
El debut profesional del capitalino está previsto para junio de este año 2019 “en el evento más extremo del salto base” a decir de Santos, que se cumplirá en Noruega; luego espera cumplir los requisitos para disputar las cuatro paradas del Mundial a finales de año. Actualmente cuenta con 110 saltos base.
Apasionado por los deportes extremos desde temprana edad, participó en torneos de trepada de montaña con los vehículos con turbo o en el motocross, pero en el salto base halló la manera de cumplir su sueño de volar.
“Estas disciplinas me apasionan y me gusta mucho el contacto con la naturaleza, así como la adrenalina. Además, creo que es un estilo de vida y me encanta ser pionero en todo”, señaló Santos.
Con esos antecedentes, la familia del saltador está acostumbrada a que tome riesgos y lo apoya.
Un paracaídas de salto base puede llegar a costar entre $ 4.000 y $ 5.000, por lo que el aporte de la empresa privada y su propio dinero han sido fundamentales para que siga saltando por el mundo.
Uno de los objetivos de Pablo es compartir esas experiencias y en un futuro crear una academia en su país natal. (I)
Pablo Santos Aguilar
El deportista nació en Quito hace 35 años y practica oficialmente el salto base desde junio de 2018. Se capacitó en paracaidismo en Sebastian, en el condado de Río Indio, en Florida (EE.UU.). (I)