Daniel Pintado, un andarín hecho para triunfar
Antes de que Daniel Pintado viajara a Bolivia para competir en los Juegos Suramericanos, mientras armaba su maleta, su esposa Karen Palaguachi le pidió un obsequio de cumpleaños especial.
Le dijo que le regalara una medalla de oro y le advirtió que ese superaría a cualquier presente material que tuviera en mente darle.
Aquella petición no era para nada descabellada. Daniel se había preparado para la consagración y el martes pasado le cumplió el anhelo de su esposa: se colgó la medalla de oro en los 20 kilómetros marcha en Cochabamba, con un registro de 1 hora, 24 minutos, 56 segundos.
El azuayo dominó la prueba de principio a fin y no le dio alternativa a sus adversarios. El primer lugar fue suyo desde la primera de las 20 vueltas que le dio al circuito. Su mejor marca en esta distancia es 1 hora, 21 minutos, 49 segundos, registrados en Roma, el 2014.
Pero la presea dorada no fue todo. Antes de cruzar la meta, uno de los asistentes de la Federación Ecuatoriana de Atletismo, que se encontraba en la zona de hidratación asignada para el equipo nacional, le pasó una bandera tricolor. Primero se la amarró en el cuello en forma de capa de superhéroe y una vez confirmado el triunfo la abrió y dejó ver una frase simple, pero cargada de mucho sentimentalismo: “Feliz cumple Karen”, estaba escrito en la parte superior con marcador azul. A los costados estaban dibujados dos corazones y, junto al escudo, los nombres de sus hijos, Nico y Daniel.
Antes de la competencia, los dos le mandaron un video por WhatsApp que lo motivó y lo llenó de fortaleza. Ese es un ritual que siempre repiten antes de una prueba. Sus hijos son su motor.
“Cuando terminó la competencia y agarró la bandera se me fueron las lágrimas, y aún más cuando vi su mensaje. Lloré de la emoción como no tiene idea, él sabe que soy llorona”, le contó Karen a EL TELÉGRAFO, vía chat de la red Facebook.
Apoyo de su cuñado
El mensaje en la bandera fue una sorpresa adicional para su esposa. Daniel la preparó la noche anterior mientras estaba concentrado en la Villa Suramericana, en el populoso sector de Tamborada. Uno de sus cómplices en aquello fue su cuñado Claudio Villanueva. Fue él quien lo consiguió la bandera y los marcadores para que el marchista de 22 años escribiera el mensaje antes de dormir.
Villanueva, quien se ubicó en cuarto lugar también en los 50 kilómetros marcha, es esposo de una de las hermanas de Daniel. Ambos viven y entrenan en Cuenca.
El gesto de Daniel tuvo trascendencia internacional. No solo se vio en Ecuador y Bolivia, sino en otros 4 países donde la competencia fue transmitida en vivo. El cumpleaños de Karen es justamente hoy; y aunque su esposo aún no estará en Ecuador para festejárselo, ella seguramente lo hará repitiendo una y otra vez el momento en que él cruza la meta. “En los cinco años que llevamos juntos, es el primer cumpleaños que él no va a estar, entonces le había dicho: ‘Gordo’, como no vas a estar aquí, quiero esa medalla de regalo”.
El martes, ella agradeció la dedicatoria en su perfil en la red social Facebook. Allí colgó una foto de su esposo durante la competencia con la frase: “Gracias por tanto mi amor, eres grande”.
La publicación tuvo más de 150 “Me gusta” en menos de una hora y más de 50 mensajes de felicitaciones.
Con proyección internacional
Pintado es uno de los marchistas jóvenes con mayor proyección a escala nacional e internacional. El mismísimo Jefferson Pérez dijo en su momento que no le sorprendería si se convierte en su sucesor. Tiene técnica y físico, pero sobre todo, determinación y coraje. Así se define a sí mismo. Le sobra potencial y sus características físicas se acercan a las del múltiple campeón mundial de los 20 km: 1,69 metros de estatura y 60 kilos de peso.
El mejor resultado como juvenil lo obtuvo en 2011 en el Mundial de Lille (Francia), donde se ubicó en décimo lugar. Además, cuenta con varios títulos sudamericanos prejuveniles y juveniles.
Daniel no recuerda a qué edad empezó a entrenar. Solo sabe que lo hace desde que tiene memoria. Jugó fútbol, practicó natación por cinco años y hasta estuvo en taekwondo. Pero fue la marcha la que finalmente terminó atrapándolo por completo. Tiene 12 años en esta disciplina, pero es un apasionado por los deportes.
De todos, el que más le gusta después de la marcha es el fútbol. Se sienta horas delante del televisor a ver partidos, es un aficionado empedernido al Play Station y, cada vez que le es posible, va al estadio Alejandro Serrano Aguilar para alentar a su Cuenquita del alma.
Consta en el Plan de Alto Rendimiento, pero no recibe un incentivo económico. Se ubica en la escala denominada “Apoyo a eventos”.
Su gusto por esta modalidad del atletismo se la debe a su hermano David Pintado, un exmarchista que cambió el asfalto por los lienzos y las acuarelas. Ahora se dedica a la pintura y su modelo preferido es Daniel, a quien retrata cada vez compite.
El martes estuvo junto con su novia y su mamá Eulalia Álvarez en Cochabamba alentándolo. Realizaron un viaje de más de 24 horas desde Cuenca para brindarle su apoyo desde las aceras de la avenida Heroínas, donde la organización instaló el circuito de marcha. “Gracias a él encontré este deporte que se convirtió en mi pasión”, le dijo a EL TELÉGRAFO minutos después de ganar el oro.
Daniel vivió momentos difíciles entre 2014 y 2015. Prefiere no entrar en detalles, pero asegura que se sentía “aniquilado”. Pero fue el nacimiento de su hijo Daniel Nicolás lo que le hizo reflexionar y olvidarse del retiro. Él se convirtió en su principal motivación. Incluso cuenta que volvió a nacer gracias a él. Por eso le prometió clasificarse a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Y cumplió, aunque su participación no fue la mejor: se ubicó en el puesto 37 con un registro de 1 hora, 23 minutos, 44 segundos.
Pero su mayor inspiración es su padre. Él es carpintero en Cuenca y trabaja de lunes a domingos, incluso por las noches. La dedicación por completo a su taller lo ha privado incluso jugar con sus hijos. Daniel no se lo reprocha porque sabe que se ha esforzado para sacar adelante a la familia. Por eso el marchista cumple con todas sus rutinas de entrenamiento como si se tratara de un trabajo. Para él, el trabajo fuerte y responsable siempre conduce al éxito.
Gracias a la medalla de oro que ganó el martes pasado en Cochabamba, obtuvo un cupo directo para competir en los Juegos Panamericanos de Lima (Perú), que se disputarán en 2019. Pero su mayor aspiración son los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Y va por buen camino. (I)