Clarkin, una estadounidense al servicio de la selección femenina
Michelle Clarkin dejó de lado las vacaciones de verano de cualquier adolescente norteamericano para venir a Ecuador. No pudo disfrutar de los viajes familiares, las salidas con amigos, los parques de diversiones o relajarse al borde de una piscina.
Ella eligió venir al país para tomar una oportunidad que no podía desaprovechar: probarse en la selección ecuatoriana de fútbol femenino. Cuando Michelle llegó al país, a finales de julio, la entrenadora Vanessa Aráuz aún configuraba la nómina que participará en los Juegos Bolivarianos.
Clarkin posee doble nacionalidad. Es estadounidense por su padre, Bob, y ecuatoriana por su madre Érika Samaniego, oriunda de Manta. Ellos, emocionados por el talento que su hija había mostrado en Estados Unidos, hicieron todo lo posible para contactar a la DT, para de esa forma lograr que al menos observara su juego.
El primer paso fue enviarle unos videos de sus actuaciones con los clubes World Class y Quick Strike en Nueva York, donde reside y estudia. Clarkin actúa como volante mixto; si se compara, sería como Christian Noboa en la selección nacional.
Aráuz quedó convencida del juego que vio a través de una pantalla, pero eso no era suficiente. Los padres de ella decidieron dar un paso adelante y costear un viaje hasta Ecuador para que la estratega la observara en vivo y en directo en uno de los microciclos en la Casa de la Selección.
Claro que cada dos años planifican un viaje a Ecuador para visitar a sus familiares, pero esta vez tenían también ese propósito especial.
Así, Clarkin se sumó a los entrenamientos y luego de varios de ellos, Aráuz decidió incluirla entre las convocadas para jugar un torneo amistoso en Perú. Allí, la jugadora de 17 años marcó cuatro goles y destacó en el equipo, lo que le valió para continuar en los microciclos siguientes. Su estancia se alargó; ella no quería dejar de estar cerca de la selección nacional y trabajó fuerte hasta que llegó la confirmación de que estará entre las 18 futbolistas que jugarán en los Bolivarianos.
“Esto significa mucho para mí. Representar a una selección nacional me pone muy feliz. Sin duda que buscaremos jugar bien para conseguir la medalla de oro”, expresó en un español entrecortado, pero que le permite comunicarse sin problemas con sus compañeras de equipo.
Con quien comparte más es con Manoly Baquerizo. La delantera guayaquileña estudia en Estados Unidos y domina el idioma, pero tampoco se avergüenza de utilizar su español, que lo aprendió por su familia materna.
La pasión por el fútbol le fue inculcada por su padre. Él también jugaba y desde muy pequeña lo practicaba con él. Su familia también es apegada al balompié e incluso siguen continuamente las incidencias del campeonato ecuatoriano, según comentó la volante.
Clarkin cursa el penúltimo año en el colegio Shenendehowa de Nueva York, por lo que también juega en los torneos colegiales. Allí tomaron con mucha admiración la convocatoria de la futbolista y en el sitio de noticias del centro educativo destacaron la invitación.
“Cuando el verano acaba y los atletas vuelven a los entrenamientos, las conversaciones tratan sobre qué hicieron en las vacaciones. Michelle Clarkin tendrá mucho que contar, pues viajó con su familia a Ecuador y logró quedarse en la selección sub-20, luego de unas pruebas”, publicó su colegio.
Venir a jugar en Sudamérica significará un cambio completo de estilo para ella, pues estaba acostumbrada a un fútbol más metódico. “La velocidad con la que se juega acá es impresionante. Si tienes la pelota y no la juegas, alguien vendrá pronto para tratar de robártela. Tienes que reaccionar muy rápido; ha sido una experiencia increíble”.
Al llegar y sumarse al grupo, Clarkin estaba nerviosa. Ser la extranjera y la nueva entre todas las futbolistas le provocaba algo de miedo; sin embargo, en poco tiempo se sintió como una más del grupo. “Todas fueron tan amables conmigo, que hicieron que todo fuera cien veces mejor”.
Su familia recibió con tanta emoción la noticia de su convocatoria final, que las lágrimas de felicidad no dejaron de caer. Clarkin jugará en Colombia en los Bolivarianos y también se quedará con el equipo nacional para el Campeonato Sudamericano de enero próximo en Ecuador. Su madre se encargó de arreglar todo con su colegio para que le permitan ausentarse todo ese tiempo, con tal de cumplir con la selección nacional. (I)
Colombia siente la obligación de lograr la presea dorada en el fútbol femenino
La selección local llegará hoy a Santa Marta, luego de realizar su preparación en Barranquilla. A esas dos localidades vecinas las separan unos 105 kilómetros.
El domingo jugarán en el estadio de Ciénega contra Bolivia a las 16:00. “Nos tocó un grupo muy fuerte. Venezuela, por ejemplo, tiene jugadoras que actúan muy bien y por eso tenemos afán de enfrentarnos a ellas. Queremos una revancha”, dijo Manuela Vanegas, en relación a partidos anteriores en los que han sido superadas por las venezolanas.
En julio pasado, la Federación Colombiana de Fútbol designó a Carlos Quintero como entrenador del equipo femenino, por su amplia experiencia.
El año pasado estuvo en la sub-17 femenil y luego en el Cúcuta Deportivo, también en el equipo de mujeres. De su paso por el elenco nacional sub-17 conoce a varias jugadoras que ahora tomará en cuenta para la categoría superior.
Una de ellas es Maireth Pérez, que juega en el club Formas Íntimas de Medellín y logró, por segundo año consecutivo, quedarse con el título de máxima anotadora de la liga de Antioquia.
“Ella es una de las más destacadas del equipo. Ha tenido continuidad con la selección y por eso ha logrado un crecimiento regular”, dijo el DT.
“Como locales tenemos la obligación de pelear por la medalla de oro. Además, hemos hecho una preparación buena para llegar al torneo”. (I)