Una demostración de entrega y amor
Apenas cruzó la línea de meta, Mariela Torres suspiró y abrazó a su hija Dayana. El abrazo duró 17 segundos. Antes de separarse de ella, con su pecho agitado por el cansancio, le dio un beso en la mejilla y le dijo: “lo hicimos”.
Mariela se refería al hecho de haber completado los cinco kilómetros de la novena edición de la Warmi Runner 2020, una carrera atlética en homenaje a la mujer que reunió este domingo 8 de marzo a más de 8.000 participantes en Guayaquil, Quito y Cuenca.
Dayana nació con 60 % de discapacidad física, intelectual y lingüística. Es la mujer más importante en la vida de Mariela, por eso quiso demostrarle su amor y aprecio empujando su silla de ruedas durante la competencia.
Es la primera vez que compiten juntas, aunque Mariela tiene más de año y medio corriendo en pruebas a escala nacional de cinco y 10 kilómetros.
El debut no fue fácil. La lluvia que cayó en Guayaquil durante la competencia hizo que las llantas de la silla de ruedas se endurezcan, por lo que Mariela tuvo que duplicar su esfuerzo para terminar la competencia.
Por momentos se detenía y caminaba. Inhalaba, exhalaba, se secaba las manos y volvía a correr. Sus manos estaban enrojecidas. Ninguna de las dos dejaba de reír. Disfrutaban esta nueva experiencia que desde ahora será un hábito.
Justo después de Mariela y Dayana cruzó la meta Esperanza Guale, una guayaquileña de 65 años.
Ella practica atletismo hace dos años por recomendación médica. Hace dos años su médico de cabecera le puso un ultimátum: “si no haces ejercicio te mueres pronto”, recuerda que le dijo una tarde de 2018 en su consultorio.
La advertencia del galeno la angustió. El mismo día que el doctor le hizo esa advertencia se inscribió en un grupo de bailoterapia, pero al poco tiempo empezó a aburrirse. Quería más adrenalina.
Fue en esa búsqueda de emociones más fuertes que conoció al Guayaquil Fitness Runnig Club, donde adquirió los fundamentos para encarar este tipo de competencias. Por eso, pese a su edad, no mostró cansancio. “Aún tengo muchas fuerzas para correr cinco kilómetros más”, decía Esperanza mientras seguía moviéndose sobre el asfalto mojado.
Entre las competidoras también estuvo Érika Mendoza, quien ha participado en las nueve ediciones de la Warmi 5K, ella tiene 20 años de trayectoria.
Es oriunda de Portoviejo (Manabí) y viajó a las 4 de la mañana a Guayaquil para participar en la prueba. No le importó madrugar. Desde la Terminal Terrestre tomó un taxi y se dirigió directamente al sitio de partida. La acompañó su hija menor.
Érika empezó a hacer atletismo a los 13 años. Se siente una mujer realizada: está casada, tiene hijos, trabaja, tiene una profesión y es una amante empedernida del deporte.
Así también se describe Diana Sánchez, una guayaquileña que lucía ansiosa en la línea de meta. Levantaba la cabeza, caminaba de un lado a otro y se cambiaba de acera. Buscaba a su hija Denisse, quien participó por primera vez en la Warmi 5K; cuando la encontró se le lanzó para felicitarla. Terminar este reto era motivo suficiente para celebrar. (I)