El cuencano fue elegido mejor jugador del último torneo nacional
Calle cambió el salto alto y se pasó al ecuavoley
Cristian Calle tomó al ecuavoley como un pasatiempo cuando era adolescente. Su principal objetivo deportivo era destacar en el salto alto, una disciplina que practicó desde los 8 años. Sin embargo, una decepción hizo que lo dejara y años después empezó a destacar en el tradicional deporte.
Incluso fue elegido como el mejor jugador del campeonato nacional de ecuavoley, organizado por la Asociación de Periodistas Deportivos de Pichincha, en la que su equipo se coronó campeón.
Con el atletismo llegó a formar parte de la selección ecuatoriana. Participó en Juegos Bolivarianos, Sudamericanos y Universitarios y soñaba en una gran proyección. Sin embargo, su decepción llegó cuando no tuvo apoyo para desarrollar su carrera. Planeaba viajar y entrenarse afuera, pero el respaldo nunca llegó.
Esa decepción, sumada al poco tiempo con el que contaba por sus estudios universitarios en medicina, hizo que abandonara por completo esa disciplina. Tuvo al ecuavoley como alternativa, pero pasaron muchos años hasta que lo llegó a tomar en serio.
De su padre aprendió a jugarlo desde niño, pero lo hacía de forma esporádica. Con su progenitor jugaba en unas canchas cercanas a la casa de su abuela, en Cuenca, y pasó por todas las posiciones en el campo: servidor, volador y colocador, su posición idónea.
Entre los 15 y los 22 años no tocó un balón. Terminó su actividad en el salto alto, culminó el colegio e ingresó a la Universidad Católica de Cuenca. Lo retomó como una actividad para hacer algo de deporte, pero de inmediato lo convirtió en un estilo de vida.
Su nivel hizo que muchos equipos busquen sus servicios. El aporte económico también lo motivaba a continuar y de a poco se fue convirtiendo en un jugador de la élite. Ahora cuenta 6 finales del campeonato nacional y 4 de ellas terminaron con su equipo levantando el trofeo de campeón.
Pero no todo fue fácil para él para poder destacar en este deporte. Calle señaló que su estatura (2,03 metros) complicó mucho su entrenamiento, pues quienes estaban a cargo de su preparación desconocían cómo formar físicamente a alguien de esa talla. Hasta que apareció Edmundo León, un entrenador que supo de qué forma preparar a Calle y evitar que las lesiones constantes de rodillas quedaran en el olvido.
Su condición de atleta le facilitó las cosas y su experiencia en el salto alto le brindó un plus para su posición, en la que es el jugador que define cada punto. Sin embargo, su evolución estuvo marcada por su crecimiento como jugador. Si antes era lento y de movimientos torpes, se volvió ágil y con lances precisos para castigar al rival.
En el último torneo, Calle sintió que fue de menos a más, pues le costó en un principio adaptarse de nuevo a la cancha del coliseo Julio César Hidalgo. Su confianza fue en aumento y en un duelo contra Pollos de la Jota, en el que perdió con su equipo, sintió que jugó su mejor partido. A pesar de la derrota, pudo palpar que el trío estaba muy bien a nivel físico y mental.
En la final, contra el mismo rival, el cuencano ya se sintió en su máximo nivel. De esa forma pudo guiar al equipo de la Concentración Deportiva de Pichincha a la victoria y a la posterior vuelta olímpica.
Con tantos años jugando el torneo, ya conoce bien a todos sus rivales, de la misma forma que ellos saben de su juego. Pero también sabe de las debilidades de sus oponentes y aquello fue vital para poder derrotarlos.
Calle señaló que trata de ser un profesional en un deporte que no lo es. En el mundo del ecuavoley, fuera de los torneos, existe una tradición de apuestas, algo que él no comparte y solo juega con los equipos que buscan sus servicios.
El ecuavoley representa una gran motivación en la vida del cuencano y parte de sus logros se refleja en su hogar, con cientos de medallas y varios trofeos. Calle encontró en este deporte un espacio para destacar con sus destrezas. (I)